Capitulo 3.

-¿De que estas hablando? – preguntó Heather, viendo con horror hacia su padre.

-Lo que has escuchado, me ha vendido – aseguro Abigail.

-¡Esto tiene que ser una jodida broma! Tú no puedes dejarme sola Abi – a Heather se le llenaron los ojos de lágrimas, la chica, que nunca fue demasiado inteligente, mucho menos autosuficiente, siempre había dependido de su hermana mayor, y saber que era muy posible que fuera a quedarse sola la hacia sentir a la deriva.

No estaba preocupada por Abigail, estaba preocupada mas por si misma que por otra cosa, no sabia como iba a vivir sin la guía de su hermana, y lo cierto era que tampoco queria averiguarlo, Heather siempre fue alguien demasiado dependiente.

-No voy a dejarte sola, Heather – la chica se alejo de su padre, y fue con su hermana que estaba llorando.

-Si vas a dejarme sola – repitió – vas a irte a Dios sabe dónde, ¿Dónde vas a estar? – inquirió asustada.

-No lo sé, papa no se ha molestado en preguntar a donde me llevaran – respondió con rabia.

-¿Y cómo podré comunicarme contigo?

-Tengo mi celular, ¿Lo olvidas? Solo es que me envíes un mensaje de texto y podre escucharte, no será nada del otro mundo, espero poder visitarte tanto como me sea posible – dijo, aunque ni siquiera ella misma creía lo que estaba diciendo, pero era mejor mentirle a su hermana, que obligarla a pensar lo peor, que era justamente lo que Abigail estaba haciendo.

-No te creo Abi – Heather la abrazo y le hablo al odio – creo que no volveré a verte – soltó, por completo asustada.

-¿Por qué dices eso?

-Porque escuche lo que las chicas del camerino estaban hablando con respecto a Dominic – suspiro – es el diablo, y tú vas a irte con él … nadie nunca regresa del infierno, Abigail.

Abi abrazo mucho mas fuerte a su hermana, mientras sentía que el dolor en su cabeza se agudizaba, Heather era tonta, pero en ese momento tenia razón, y ella lo sabía, sabia que estaba poniendo su vida en riesgo, aunque no sabia de que forma, y tenia miedo, de Dominic, de lo que pudiera hacerle, de donde fuera a llevarla, y de en lo que ella se convertiría.

-No puedo creer que papá haya hecho esto, ¿Acaso está loco?

-No lo se cariño, pero tengo que irme ya – Abigail se separo de su hermana, le limpio las lagrimas del rostro, y tomo su bolso para salir del club y encontrarse con Dominic – prométeme que vas a cuidarte.

-Creo que soy yo la que debería pedirte eso – ella le sonrió triste.

-Yo estaré bien, siempre que tu estés bien.

Heather le dio un beso en la mejilla a su hermana, y se fue de nuevo para el camerino, no queria ver como su hermana se marchaba, no deseaba hacerlo porque muy en el fondo algo le decía que esa podia ser probablemente la última vez en que iba a verla, y estaba preocupada, y no queria verla marchar, eso seria como darle rienda suelta a esa premonición en su pecho, y se negaba a eso, porque Abigail era fuerte, era una chica inteligente, ella iba a saber como sobrellevar su nueva vida, sin importar lo que sucediera de ahí en adelante.

Abigail le dio un último vistazo al club nocturno, vio sus paredes oscuras, vio al escenario en donde se había caído una de las plumas del antifaz de una de las chicas, y trato de convencerse de que en algún momento volvería a pisar aquel sitio, en un momento en el que fuera nuevamente dueña de su libertad.

-Adiós, cariño – dijo Arnold, a modo de despido una vez que Abigail paso a su lado.

Pero la chica estaba enojada con él, y en ese momento sentía que lo odiaba por lo que le había hecho, asi que ella simplemente lo miro de mala gana y salió del club. Afuera ya estaba Dominic esperando, él mantuvo sus ojos puestos en ella, mientras salía de allí, con su maleta, y únicamente con lo que tenía puesto.

-¿Has traído el antifaz? – le preguntó el hombre, mientras ella se acercaba a la lujosa camioneta negra.

-Si – respondió.

-Perfecto, entonces en cuanto a mi concierne, tienes todo lo que necesitas y podemos largarnos de este lugar – Dominic le abrió la puerta a Abigail, como si de verdad fuera un caballero, pero ella no se iba a comer ese cuento, ella sabía que él no era un caballero de brillante armadura, y sobre todo sabia, que él no sería la persona que la protegería de sus monstruos debajo de la cama, asi que, dejándolo a él con la puerta abierta, la chica rodeo el auto, y entro por el otro lado.

Dominic levanto una ceja, frunció los labios y entro en el auto.

-Presiento que vamos a divertirnos mucho – mascullo, haciendo que los vellos del cuerpo de ella se erizaran por completo.

Abigail no respondió a esa afirmación, y simplemente se concentro en respirar, que en ese momento parecia una acción por completo elaborada, estar tan cerca de Dominic la hacia sentir extraña, sentía que le faltaba el oxígeno, sentía incluso, que la camioneta negra era mucho más pequeña de lo que en realidad era, él se robaba todo, el espacio, el oxígeno, e incluso a ella.

La chica miro con el rabillo del ojo a Dominic que estaba sentado al lado de ella, muy junto a su cuerpo y detallo en sus manos, que estaban puestas sobre su muslo derecho, Dominic tenia las manos grandes, y se veían fuertes, alrededor de todo su dorso se veían sus venas hinchadas, ella trago saliva, Dominic era un hombre grande, y también parecia una persona muy fuerte. Ella se deshizo de los pensamientos en su cabeza que le decía todas las formas en que él podia hacerle daño, y entonces tomo la valentía para preguntarle a él una de las muchas cosas que en ese momento queria saber.

-¿A dónde nos dirigimos? – preguntó.

-A tu nuevo hogar – contesto él mirando por la ventanilla del auto.

-Esa no es una respuesta.

-Es la única que tendrás por ahora – esbozo.

-Quiero saber que va a pasar conmigo, Dominic.

Él volteo a verla, la forma en la que ella había pronunciado su nombre lo había vuelto loco, su nombre saliendo de los labios de Abigail había sonado como algo narcótico, y sumamente erótico.

-Por ahora, nada va a pasarte.

-Yo no quiero saber de ahora, quiero saber de todo, en general, necesito que me digas porque me compraste, y mas importante que todo eso, necesito saber que has hecho con todas las chicas que has comprado durante todos estos años – ella se atrevió a inmiscuirse en la vida de él, sin embargo sentía la boca seca, y la garganta aun más, asi que tratando de sentirse un poco más cómoda con toda la situación, trago saliva, y se relamió los labios.

-¿Quieres saber si he matado a todas esas mujeres?

Ella parpadeo con fuerza – sí, es una de las cosas que quiero saber.

-¿Quieres saber si las he torturado hasta la muerte? – preguntó de manera retórica, acercándose a ella.

Abigail intento moverse, pero se dio cuenta de que no había lugar alguno al que ella se pudiera escapar, por como veía las cosas, estaba atrapada con su verdugo, él podia hacer lo que quisiera con ella en ese momento, y nadie la salvaría, o la ayudaría, porque ya suponía que el chofer y guardaespaldas de Dominic tampoco iba a hacer la diferencia.

-¿Y lo has hecho?

-¿Hacer que, Abigail? – susurro, muy cerquita del rostro de ella.

-¿Torturas mujeres hasta morir? – preguntó despacito.

-¿Tu realmente crees que eso es lo que hago? – él continuo acercándose hasta que estuvo tan cerca de ella, que pudo sentir el olor sutil del perfume que la chica estaba usando, era una fragancia dulce, algo como vainilla, como fresa, olía fresco, delicado, virgen, justo lo que a él le gustaba.

Abigail lo vio a los ojos, a sus iris completamente oscuros, detallo su rostro que estaba demasiado cerca, y entonces se sorprendió, cuando él le acaricio la mejilla.

Dominic llevo su mano hasta el rostro de Abigail, y le acaricio la piel aterciopelada creando un recorrido, después su mano se dirigió a sus labios, paso la yema de sus dedos a través de los labios rosados de la chica, continuo su recorrido con la mandíbula y con el cuello de ella, y si no hubiera sido por el saco negro que Abi estaba usando, él hubiera continuado acariciándola hasta que se le acabara el espacio sobre la piel de ella.

-¿Acaso importa lo que yo piense? – pregunto ella, con la voz entrecortada debido a las sensaciones que generaban las manos de Dominic sobre su cuerpo.

Dominic sonrió, vio la forma en la que Abigail apretó las piernas, y soltó una risa que a ella le pareció alucinante.

-No, no importa lo que pienses – él se alejo aceleradamente, dejándola a ella fría como un hielo – no me interesa lo que pienses, pero no, no torturo mujeres, Abigail.

-¿Entonces que es lo que haces con ellas?

-Ya lo averiguaras.

-Te gusta creer que eres muy misterioso, ¿no es asi?  Te gusta que las personas te tengan miedo, y que crean que eres un ser fuera de este mundo.

-¿Tú me tienes miedo?

-¿Debería?

-Eso prefiero dejarlo a tu criterio.

-Pues yo creo que no eres más que un payaso oculto bajo el disfraz de ser alguien temerario.

-Lo que tu y el resto de las personas piensen de mi me tiene sin cuidado, tu concepto sobre mi no influye en mí, solo los débiles se dejan influenciar por lo que piensen de ellos – asevero.

Abigail intento decir algo más, pero solo pudo abrir y cerrar la boca, entre mas tiempo pasaba con Dominic más se daba cuenta que en realidad era alguien extraño, misterioso, y aunque le había dicho que no, lo cierto era que si le tenia miedo, mucho más del que le gustaría. De la misma forma, Dominic se daba cuenta de que Abigail no era una chcia estúpida, no era ingenua, Abigail era audaz, y eso le gustaba, porque eso solo significaba que iba a divertirse con ella mucho mas de lo que habría pensado en un principio.

-Enserio, Dominic, quiero saber cuales son las reglas de este juego.

-¿Quieres saber las reglas? Perfecto – él miro a la ventana y hablo pausadamente – A partir de este momento, te has convertido en alguien de mi propiedad, por ende, puedo hacer contigo lo que me plazca, estarás veinticuatro horas al día, los siete días de la semana a mi completa disposición, vivirás donde yo te diga, dormirás donde yo te diga, te comunicaras solo con las personas con las que yo considere que puedes comunicarte, y todo esto lo harás en completa confidencialidad, no puedes hablar sobre nosotros, o sobre mí, con absolutamente nadie, no puedes dar un paso sin que yo este enterado a donde te diriges, no puedes vestirte sin que yo te lo ordene, no puedes si siquiera comer alimentos que yo no considere apropiados, y sobre todo, no harás preguntas de las cuales no quieres saber la respuesta, esas son las reglas del juego.

Ella miro el perfil del hombre, no pudiendo creer lo que estaba escuchando.

-Hemos llegado, bájate del auto.                             

Ella vio a través de la ventana, y se dio cuenta que estaba prácticamente en medio de la nada, pero no estaba sola, estaba con Dominic, y eso era peor a que si hubiera estado sola.

-Creo que no entendiste una de las reglas – Dominic se acerco al auto al ver que Abigail no salía de allí – me obedecerás en todo lo que yo te digas, asi que andando – dijo firme, y fuerte.

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