Capítulo 4.

-Roy, ya sabes lo que tienes que hacer – le dijo Dominic mientras caminaba en dirección a la casa en cuyo frente estaban los tres.

-Por supuesto, señor.

-¿Qué es lo que tienes que hacer, Roy? – le pregunto Abigail al mastodonte, aun cuando sabía que lo más probable era que no fuera a revelarle ninguna información.

Roy era como una caja negra, si Dominic Salvatore era impenetrable entonces su guardaespaldas no era más que una piedra fría disfrazada de hielo, Roy era extremadamente grande, y extremadamente fuerte, y aunque sus ojos eran dulces, el resto de su expresión no era nada afable.

-El bolso – le pidió Roy con firmeza a la chica que estaba frente a él.

-¿Para que necesitas mi bolso? – ella intento detenerlo.

-Son ordenes – Roy no espero hasta que Abigail le diera el bolso, y tampoco tenía tiempo para chorradas, asi que antes de que ella soltara alguna otra palabra que enfureciera a Dominic, le arrebato el bolso a la chica, causándole dolor en el brazo.

-¿Con ustedes todo es asi? ¿Siempre hacen las cosas a las patadas? – pregunto, moviendo el brazo para calmar el dolor.

-Cuando las personas no cooperan, nos toca hacer las cosas a nuestro modo, asi que el mejor consejo que podrá recibir de mí, estando aquí, es que haga lo que se le diga y que no le lleve la contraria al jefe – musito despacio, con la mandíbula apretada.

Abigail soltó un suspiro pesado, y miro a su alrededor mientras Roy requisaba su bolso, el lugar era bonito, era ostentoso, la arquitectura de la casa era moderna, había luces por todas partes, los ventanales eran asombrosamente grandes, y todo se veía perfectamente limpio, y ordenado, esas parecían ser una de las cualidades que mas le gustaban a Dominic.

Pero más allá de la casa, Abigail tenia una pregunta mucho más importante, ¿Quién demonios era Dominic? ¿Quién era ese hombre que había gastado su dinero en ella como si solo hubiera comprado un chicle? La chica sabía que no iba a obtener esa respuesta por parte de Dominic, asi que decidió preguntarle a su secuaz

-¿Quién es Dominic, Roy? – hablo muy bajito, teniendo en cuenta que Dominic estaba a solo unos pasos de distancia de ellos dos.

Roy la miro a los ojos mientras seguía rebuscando en el bolso de ella, y lo único que hizo, fue fruncir los labios, algo le decía que Abigail iba a dar muchos problemas, y ya sabía él, que al jefe no le gustaban los problemas.

-No vas a contestarme, por supuesto – dijo ella.

-No tiene nada – le dijo Roy a Dominic mientras le devolvía el bolso a la chica - ¿Quiere que la requise?

-Yo me encargare de eso – Dominic soltó una sonrisa que a Abigail le pareció mas una mueca que otra cosa en medio de la oscuridad, y entonces se acercó a ella – abre las piernas – le pidió en cuanto estuvo frente a ella.

-¿Para qué?

-¡Joder que hagas lo que te estoy diciendo! – grito.

Abigail no iba a pelear allí donde estaba completamente indefensa, asi que hizo lo que él le ordeno.

-Pon las manos en la cabeza.

Ella obedeció, y entonces, comenzando desde sus tobillos, Dominic comenzó a requisarla a detalle, pasando sus manos por cada parte del cuerpo de Abi que estaba cubierto por ropa, él paso sus manos por las piernas de ella, después por su entrepierna, donde ella sintió que un cosquilleo la invadió, continuo con el abdomen de la chica, el cual reviso bajo el saco negro, dándose cuenta de inmediato de la piel de ella que estaba por completo erizada, Dominic continuo su recorrido hasta llegar a los pechos de Abigail, y por ultimo recorrió sus clavículas.

Ella lo miro con rabia mientras él la tocaba, sin embargo tenia que admitir que a parte de la rabia, ella sentía algo más, sentía deseo, pero sabía que eso era solo respuesta de su cuerpo ante los estímulos de Dominic, pero ella nunca jamás en su sano juicio habría sentido nada por ese hombre, ni siquiera deseo, porque no le interesaba que tan guapo fuera, para ella, él era el demonio, y eso no lo iba a cambiar nada ni nadie.

-¿Ya te divertiste suficiente? – le pregunto Abigail, en cuanto él se separó de ella y la miro con los ojos encendidos.

Dominic se quedó allí de pie, a escasos centímetros del cuerpo de Abigail, viendo cada una de las pecas casi imperceptibles en su rostro, y detallando en el batir de las pestañas de la chica, y con todo el descaro que lo caracterizaba, asintió.

-Si, ya me divertí lo suficiente … por esta noche – enfatizo.

Ella había querido escupirle, igual a como había hecho con su padre, pero sabía que era muy posible que no saliera bien librada si lo hacía, estaba en medio de la nada con dos hombres que podían hacerla trizas si quisieran, y ella le había prometido a su hermana que se cuidaría, y que seria prudente, e iba a intentarlo tanto como le fuera posible, incluso aunque lo único que único que queria era darle un golpe en la nariz a Dominic, un golpe que pudiera partirle la nariz y joderle ese perfecto rostro que tenía.

Dominic se alejó por fin de ella, y comenzó a caminar en dirección a la casa.

-¿Qué estas esperando? – le dijo a Abigail – explícale Roy.

Roy la tomo del brazo con brusquedad, y la obligo a caminar detrás de Dominic.

-A partir de este momento, no podrás acceder a tu celular, estarás incomunicada del mundo exterior, sin embargo, si muestras un buen comportamiento, podrás hacer una llamada semanal, que será supervisada, por supuesto, no habrá visitas, y tampoco podrás visitar a nadie.

-¿Ni siquiera a mi familia? – le pregunto la chica a Roy.

-No, ni siquiera a tu familia – contesto – en esta casa no hay concesiones con nadie, sin embargo, si demuestras un buen comportamiento, podrás tener algunos beneficios.

-¿Cómo cuáles? ¿No ser asesinada?

-Por ejemplo – grito Dominic desde donde estaba.

Ella trago en seco, aquella había sido una clara amenaza.

-Podrás comer lo que te plazca, por supuesto toda la comida que hay en la casa es de la mejor calidad, la lista de los alimentos nos la proporciona un nutricionista, deberás cuidar a detalle tu salud, tendrás que hacer ejercicio mínimo una hora al día, te mantendrás activa y atlética, y la más importante de todas estas reglas, es que no intentaras hacerte daño – espeto Roy.

-Yo que empezaba a considerar el suicidio – dijo con sarcasmo Abigail.

-Tampoco hay cabida aquí para la ironía, Abigail – interrumpió Dominic.

-¿Ahora tampoco puedo usar la boca?

Dominic se detuvo en seco.

-Claro que puedes usar la boca, pero no precisamente para hablar – susurro, Abigail lo encendía con lo que decía, y lo peor de todo era que parecia algo involuntario.

La chica sintió calor en las mejillas y tuvo que mirar al piso, debía cuidar mas lo que decía en frente a Dominic, tenia que entender que con él todo sería malinterpretado, aunque la vedad era, que Dominic siempre entendía lo que se le daba la gana de entender, sin preocuparse por nada más.

-¿Qué más tengo que saber?

-El resto te lo explicara Alexis – dijo Dominic.

-¿Quién es Alexis?

Ni Dominic ni Roy contestaron a su pregunta, y Abigail no insistió mas en ella porque por fin habían terminado de cruzar el patio delantero y estaban frente a la puerta de la mansión.

Roy abrió la puerta, y las tres personas fueron adentro.

Todo era mucho más lujoso de lo que Abigail había pensado, las paredes eran de un blanco cegador, había mármol por todas partes, los muebles parecían de roble fino, había algunas decoraciones en la entrada, como una lampara moderna y un cuadro abstracto que en realidad era precioso.

La chica estaba impactada por lo que tenia adelante, eso era totalmente diferente a donde ella había vivido siempre, el club tenia las paredes oscuras, y allí todo era claridad, el club estaba lleno de muebles negros, y allí, todo era color caoba, marfil y beige, la casa estaba decorada exquisitamente, muy bien podría hacer sido el escenario de una exposición de arte. Pero ella sabia que eso era solo la fachada, porque tenia muy claro que su vida no iba a ser igual de linda que aquella casa.

-Llama a las chicas – le ordeno Dominic a Roy, quien de inmediato obedeció.

-¿Te refieres a las chicas que has estas comprando todos estos años? – inquirió Abigail.

Dominic se puso las manos en las caderas, y la ignoro por completo, y aunque no llevaba demasiado tiempo allí, Abigail ya se estaba cansado de que la ignoraran y la trataran como si no fuera nada, ¡Ella era una persona, joder! ¿Acaso eso no significaba nada para él?

Roy volvió con un grupo de mujeres, y entonces Abigail abrió los ojos con sorpresa.

Todas cumplían un patrón, todas eran excesivamente hermosas, eran altas, delgadas, con cuerpos tan perfectos que casi parecían esculpidos, todas tenían senos medianos, y culo grande, las piernas de las chicas eran fuertes, el cabello de todas estaba perfectamente arreglado, y sus rostros eran una cosa de otro mundo, la chica que más le sorprendió a Abigail, era la mujer morena que estaba al frente en el grupo, tenía el cabello liso hasta la cintura, y el color de su piel era canela, sin embargo sus ojos eran color miel, y sus labios rosados, todas parecían muñecas. Abigail se fijo un poco mas en el aspecto de las mujeres que tenía al frente, y se dio cuenta de otra de las cosas que compartían, todas estaban usando ropa excesivamente descubierta, casi como si fuera el uniforme de la casa, cada una de ella tenía puesto un mini pantaloncito que a penas les terminaba de cubrir el culo, y un top corto que les llegaba al ombligo.

-Abigail, ellas son tus compañeras a partir de hoy, Alexis te explicara cómo funcionan las cosas en esta casa.

Alexis, la chica morena del centro, soltó una risa falsa y saludo con desagrado a Abigail.

-Ya te las presentare a todas después – dijo Alexis, después de haber saludado con su mano que lucía una manicure perfecta.

-Te enseñare tu habitación – le dijo Dominic.

Pero Abigail sentía que no podia seguir adentrándose en la casa, porque algo le decía que lo que sucedía allí era mucho peor de lo que ella se había imaginado, al ver a todas esas chicas, lo único en lo que podia pensar era que estaba metida en una red de trata de blancas, Dominic la había comprado para prostituirla.

La chica vio a su espalda, al pasillo que la separaba de la puerta, y entonces, aprovecho que Roy había soltado su agarre, y corrió, por su vida, necesitaba huir de ahí, apartarse de esa casa, de esas mujeres, pero, sobre todo, necesitaba apartarse de Dominic Salvatore.

Roy, que vio como la chica corrió, iba a perseguirla, pero Dominic lo detuvo.

-Déjalo, yo iré por ella – aseguro con rabia.

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