Era una emergencia, lo supe cuando logré tranquilizarme. Sabía que había tocado fondo de una manera totalmente distinta a la acostumbrada, por eso, una vez se acabó la visita de mis amigos, me fui al consultorio de la doctora Alicia.
No tenía cita y eran las tres y media de la tarde cuando llegué. Por lo mismo tuve que esperar a que terminara con todas sus consultas.
Lo más raro de todo es que me sentía bastante tranquila cuando tuve que esperar a que pudiera atenderme. Estuve pensando en esas horas lo que había pasado con Alejandro y cada vez se hacía más notable mi error, haciendo que mi remordimiento creciera más.
Vi que una muchacha de piel oscura, cabello afro, que vestía un lindo jean negro y una camisa estilo campesino salió del consultorio.
—Señorita Rousse, puede pasar —me avisó la secretaria desde su rinconcito donde estaba su escritorio.
Debía ser eso de las cinco y media de la tarde cuando pude entrar al consultorio de la doctora Alicia.
—Lily, qué sorpresa tenerte por aqu