Recuerdo esos días con nostalgia. Pensaba que… al ver a mi papá sentado en el sillón con la mirada perdida sería bastante triste, que lloraría y me deprimiría. Sin embargo, fue todo lo contrario, aunque me impactó, cuando le hablé: él logró reconocerme.
—Lily… —desplegó una arrugada sonrisa.
—Sí… soy yo —me acerqué y me arrodillé frente a él.
—Mi niña… —soltó en un hilo ahogado.
Lo tomé de las manos y las besé.
—Papi… —esbocé mientras sonreía.
Volvió a perderse en ese mundo donde se encontraba, tal vez remontándose a su niñez; parecía que le gustaba estar en una época donde mi abuela seguía con vida y lo llevaba a una feria.
Me quedé a su lado leyendo en voz al