Marina
Sus dedos me martillean sin perdón. En mi vida he sentido algo igual y estoy tan excitada que podría prenderme fuego a mi misma desde dentro en cualquier momento. Estoy apunto de tener un orgasmo, elevo mis piernas hasta que se tocan mis rodillas y aprieto intentando aguantar un poco más, me ha quedado claro que Paul no piensa dejar que me vaya sin el dentro.
—¿Qué haces con las piernas cariño?— gime Paul en mi boca. Ha dejado de lamerme los pezones y comerme los pechos, para subir a mi boca y sé que siente que en cualquier momento me dejaré ir porque no podré aguantar más placer.
Es una necesidad tocarlo pero no puedo pasar con mis manos más allá de su abdomen.
—Qui-quiero tocarte—. Exclamo entre jadeos.
—Tranquila tendremos tiempo para eso. Ahora es para ti mi amor, no sabes cuanto tiempo deseaba hacerte todo esto, tenerte así para mi, toda para mi, rendida entre mis brazos mientras gimes y jadeas—. Hace una pausa malvada— ¡Ahora haré que grites!
Me muero de la emoción cuand