Marina

Perdimos la noción del tiempo mientras nos amábamos, besábamos y acariciábamos el uno al otro en aquella habitación. Todavía no me puedo creer que algo así haya ocurrido y que en ningún momento se me haya pasado por mi mente Carlos. Si esto me lo hubieran contando hace tan solo dos o tres semanas no me lo hubiera podido creer, pues aunque me traicionó en mi corazón podría jurar que aún pensaba en él. Pero no es así, Paul ha llenado cara rincón de mi cuerpo y mi mente, solo puedo pensar en él en sus besos, sus caricias y lo increíblemente especial que me hace sentir cuando estoy con el, rodeada entre sus brazos.

—Dime ¿En qué piensas?— me dice Paul mientras nos miramos recostados de lado fijamente el uno al otro.

—Pienso en lo bien que estoy contigo ahora mismo,— recoge uno de mis mechones de pelo detrás de mi oreja— y que en realidad no quiero quedarme ni un minuto más en esta isla.

—Sí, lo sé. Te vi esta mañana buscando vuelos de vuelta en tu teléfono—. Oh, de verdad me ha esp