En menos de lo que esperaban, llegaron hasta el penthouse de Liam. Cada vez que estaban juntos eso era lo que sucedía, el tiempo pasaba volando, aunque también contribuyó el chofer y la velocidad con la que estuvo conduciendo.
Rebecca se encuentra perdida en su hombre, en su sabor, en su esencia, en la forma en la que sus labios se vuelven rojos y rudos por los besos de ella.
—Ya estamos aquí —anuncia él con una sonrisa en su cara y un brillo particular en sus ojos que Rebecca conoce muy bien: deseo.
La voz de Liam es apenas un suspiro ronco y bajo contra los labios de ella, prácticamente no puede no hablar debido a la lujuria y las ganas que tiene de hacerla suya.
Sin más demoras, él abre la puerta de la limusina y sale de ella para ofrecerle la mano a Rebecca.
—Mi gentil señora —le dice haciendo una reverencia.
En lugar de tomar su mano, la pelirroja sale del auto y pasa sus brazos alrededor del cuello de Liam y lo besa tiernamente.
Era la primera vez desde que su relación había com