4 Mal de amores.

En la empresa, Williams realmente parecía un animal, nunca en su vida se había sentido tan desesperado. 

"¿Que m****a pasa? ¿porque estoy así? No importa si Deivid la está fallando, ella no soltará un te amo, así como así, no, ella es una mujer audaz. Además, no se iría a follar con él a la primera ¿verdad?¡Te apretó las bolas y chupo tu dedo como si de tu pene se tratara, sin contar lo que hizo con tu lengua, claro que se podría ir a follar con Deivid!”

El subconsciente le gritaba, que Linda hacía lo que quería sin remordimiento alguno.

"¡Maldición!"

Si, Will estaba enloqueciendo, estaba a punto de llamar a Deivid cuando este abrió la puerta.

— ¿Qué te sucede? — Deivid se sorprendió del mal aspecto que su amigo reflejaba. 

— ¿La follaste?

— ¡¿Que?! Fuimos de negocios no a follar ¿recuerdas? ¿Qué te pasa?

— Olvídalo, mejor dime, ¿te contó cómo nos salvó de cagar nuestra calidad en la nueva línea de labiales?

— Si hombre, pero eso no es nada en comparación a como nos salvó de perder nuestro dinero. 

Mientras los hombres se ponían al día. Linda estaba buscando en su teléfono en la sección de lista negra, hasta que encontró el nombre que buscaba, vio el número y llamó desde el teléfono de la empresa. 

Una voz en italiano atendió al tercer pitido.

— ¿Diga?

— ¿Dante Ricci?

— Si.

— Soy Linda Brown. 

— No lo creo, ¿en verdad eres tú o acaso Erick Mark quiere seguir molestando?

— ¿Que?

— Mira lo diré por última vez, solo dormimos juntos y no voy a mentir lo disfruté como nunca, ella es realmente exquisita, valió cada centavo que perdí en ese contrato que tu jefe cancelo y no me arrepiento, ahora deja de molestar.

"¡Cortó!, no puede ser ¿a qué se refería como que Erick cancelo el trato? no tiene sentido, ¿porque lo haría?"

Linda se quedó sin aire en ese momento, ¿podría ser que el señor frío, por fin sintiera el fuego de los celos recorrer su cuerpo?

"Erick sabe que dormimos juntos, acaso.... no, eso es estúpido, él lo dijo siempre y lo repitió aquel día, nosotros nunca fuimos nada, deja de pensar, solo olvídalo, ¡destiérralo de tu mente de una m*****a vez!”

Linda llamo a René para contarle lo sucedido, mientras los hombres seguían reunidos en una de las oficinas. 

— Hay algo que no concuerda con lo que Samara dijo, recursos humanos llamó a su antiguo trabajo y dieron excelentes referencias, es más, aseguraron que renunció, no que la hayan despedido.

— Eso no importa Will, lo que más me molesta fue ver como Samara la intimidaba y ella no decía nada, solo bajo la cabeza mientras sus lágrimas caían, recuerda que ella dijo que no podríamos llamarla de ninguna manera que no la hayan llamado antes y ahora entiendo el porqué. 

Will no podía creer lo que escuchaba, era imposible he irrisorio que ella se comportara de esa forma, pero estaba dispuesto a averiguarlo, solo debía esperar una oportunidad.

Apenas Linda puso un pie en su hogar, fue abordada por una René completamente manchada en pintura.

— ¿¡Que rayos pasó con esa zorra de plástico?!

— René, ¡¿qué rayos te pasó a ti?!

— Ya sabes, tuve un brote de inspiración, morirás cuando veas lo que pinté, pero ahora dime... ¿qué paso?

— Por lo que pude averiguar, Erick canceló el contrato con Dante, no sé porque, me gustaría pensar... quizás... él sabe que me acosté con Dante.

— No lo hagas Linda, Erick solo te utilizo, no te permito pensar que él sienta celos. 

— ¿Pero si es así?

— Bien si fuera así, ¿qué cambiaría? Digo, supongamos que un día llega y te pide ser su novia, algo que no hizo durante el tiempo que te follo, ¿qué harás? Olvidaras todo lo que te hizo y ¡¿lo aceptarías?!

—... ¡Dios, que está mal conmigo! — dijo en un lamento al darse cuenta de que aun albergaba ilusiones y sueños sin sentidos.

— No puedes culparte, es él quien te lavó el cerebro.  — Así terminó aquella charla. Estas mujeres entregaron su virginidad e inocencia a dos hombres sin escrúpulos que las habían marcado, para siempre. 

La semana pasó, René tenía días maravillosos donde su arte fluía, mientras mejor estaba Linda, mejor estaba René, ellas se alimentaban mutuamente el alma.

En la oficina todo transcurría entre coqueteos inocentes y trabajó, la nueva asistente era brillante, pero también muy excitante. 

Will estaba seguro de que Deivid decía la verdad, con respecto a lo que sucedió en el restaurante con Samara, desde ese día Linda estaba como ida, si bien les seguía el juego a ambos hombres, era como si le faltará algo, una chispa que mostró los primeros días ya no estaba. 

El viernes llego, Williams le había pedido que dejara libre en la agenda de ambos el horario de almuerzo, con la excusa de que vería a un nuevo proveedor, pero tenía otra idea en mente.

— Linda ya es hora vamos. — Ella se levantó y caminó.

A Williams esa obediencia le gustó hasta que cuando llegaron al estacionamiento ella hablo.

— Tú trasero se ve muy bien de este ángulo.  — Eso lo enfureció, ella estaba tomándole el pelo, cayó en el truco más viejo, hacer caminar a la mujer adelante para mirar su trasero.

— Linda, Linda, ¿tanto deseas que te azote que buscas provocarme?

— Tú no sabes lo que quiero, porque ni siquiera sabes lo que tú quieres. — Dio la vuelta y subió a la Ferrari sin que él dijera nada, si, ella era la puta ama.

Pero Will tendría su venganza o eso creyó, le sacaría la máscara y vería quien era en realidad.

"Tengo que saber quién es realmente esta mujer, o Deivid está loco, o ella es bipolar o tiene personalidades múltiples.”

En el momento que estacionó y ella vio ese edificio enorme y completamente negro, comenzó a sentir taquicardia. 

— ¿Sucede algo Linda? — El hombre la vio tensarse al ver el restaurante. 

— Nada. — Dijo mientras trataba de respirar con normalidad.

— Bien entremos. — Bajaron y en ese momento ella calló en cuenta de algo.

— ¿Me dirás quiénes son los inversores?

— Son unos orientales.

— Y porque los traes aquí, hay restaurante de comida oriental cerca, ¿sabes? debes dejarme estas cosas, en verdad no sé com—

Linda quedo clavada al piso en el momento que pasaron por esas puerta y ella dirigió su vista al interior, donde toda la decoración era blanco, crema y más blanco, con aire de riqueza, las ventanas bien ubicadas ayudaban a que el brillo sea aún mejor, pero en medio de aquel lugar, sumamente lujoso, como si de un funeral se tratara estaban totalmente de negro Samara y Erick, a pesar del estilo de sus prendas hechas a medida, de diseñador exclusivo, eran como que no encajaban, ella observo como sin poder creer lo que veía, hasta que entendió el por qué fue lo primero que vio, era una gran mesa preparada, era un ensayo de boda.

Sus piernas temblaron y su corazón parecía querer detenerse. Ni en sus peores pesadillas Linda imagino aquella escena que bailaba frente a ella en este momento.  Y al tiempo que una traicionera lágrima cayó recordó.

"Nunca vuelvas a cruzarte en mi camino.”

"Vete de New York.”

"No llores te entrené mejor que esto."

Fue como escuchar una explosión en sus oídos, ella giro y salió corriendo de aquel lugar, pasó de largo la Ferrari y siguió. 

Mientras que un confundido Williams no entendía que había pasado, él no veía nada fuera de lugar, porque no sabía que buscar, no vio a Samara, porque entonces hubiera relacionado todo, solo salió también de aquel lugar y la siguió, no corrió tras ella gritando como Deivid lo había hecho a principio de semana, no, él solo la siguió a una distancia prudente.

Los zapatos y la minifalda que Linda llevaba ese día no ayudaba a apurar el paso, en un momento se sintió mareada y se dio cuenta que no estaba respirando, ella contuvo la respiración desde que salió del restaurante y durante las casi 4 cuadras que había recorrido, apoyo las manos en una pared, buscando un sustento para no caer, soltó el aire y comenzó a guiarse de esta hasta un callejón, iba a colapsar, eso era seguro, solo era cuestión de tiempo, cuando una mano la sujetó del hombro y la dio vuelta ella dio un pequeño grito.

— Tranquila, soy yo.

Williams la miró directo a los ojos, pero ella no podía leer su mente, estaba en blanco, ella no podía procesar nada, estaba en shock. Una cosa era saber que el amor de su vida se había comprometido y otra era verlo en su ensayo de boda.

Will aprovecho el aturdimiento la tomó con fuerza de la mano y la hizo cruzar la calle. 

Para cuando Linda empezó a recuperarse estaba dentro de un ascensor, no había perdido el conocimiento, pero aun así su cerebro la había abandonado unos minutos, antes que pudiera preguntar dónde estaban vio el pequeño y lujos cartel en el elevador. 

Mandarín oriental. El lujoso hotel quedaba solo a cuatro cuadras del restaurante. 

— ¿Qué rayos hacemos en un hotel, donde la habitación por una noche cuesta lo mismo que mi sueldo?

Y mientras lo decía reparo en que Will la tenía tomada de la mano, trató de soltarse, pero él no solo no contestó a su pregunta, sino que apenas se abrieron las puertas del ascensor la saco casi a la rastra, para luego abrir la puerta de la suite. 

— ¡¿Qué rayos hacemos aquí?! — Él simplemente la metió dentro y cerró con llave, metiendo está dentro de su pantalón y de su ropa interior, mientras la miraba con suficiencia. 

— Ahora sí, grita todo lo que quieras, puedes desmayarte si lo deseas o llorar si quieres, no me interesa, pero no saldremos de aquí hasta que no me expliques que m****a pasó allí. — La voz de Will era muy suave casi hipnótica, pero guardaba una amenaza y ella era consciente de eso.

Pasó de él, y fue hasta el minibar, se sirvió un whisky doble sin hielo, y él la miro sorprendido, aún en silencio avanzo hasta la gran ventana y quedo parada allí bebiendo su trago, perdida en sus pensamientos. 

Por lo que Will decidió abrir una botella de vino tinto, se acercó a donde estaba ella y se la ofreció. 

— ¿Quieres que te sirva una copa de vino?

— No reina del misterio, quiero que me des ese whisky, y bebas conmigo este delicioso vino.

— ¿Así de la botella?

— Es lo mejor para ahogar las penas. Créeme.  — Linda lo miro en busca de algún truco o artilugio, pero solo vio sinceridad. 

— ¿Y qué penas ahogaría alguien como tú? — Dijo mientras sujetaba la botella sin ningún rastro de duda y le entregaba el vaso con whisky.

— La misma pena que tiene un rey en su trono y un campesino en su choza.

— ¿Amor?, eso es difícil de creer.

— Personas como tú y yo, nos volvemos así por algo ¿no? Linda. — Linda se dio vuelta para mirarlo en lugar de mirar ese edificio negro donde su señor frío estaba practicando sus votos.

— Tú y yo no somos iguales.

"Tú eres un depredador igual que Erik, y yo soy cazadora de depredadores, no me compares, no voy dañando a personas buenas.”

Linda quería justificar su forma de ser y así marcar una diferencia con Williams, Erik y Deivid. 

— A ¿no? Tu boca me hizo pensar otra cosa. — Y cuando termino de hablar le quito la botella de vino para tomar un gran trago, lo necesitaba al recordar la audacia de su asistente cuando la había besado a principio de semana.

Linda observo como una gota de vino cayó de sus labios y recorrió el camino que había entre ellos y el pecho de Will. No pudo retener su dolor y decidió lidiar con ello de la única forma que sabía, fue sobre él hombre que todavía estaba con su cuello levantado bebiendo de la botella y paso su lengua por el camino que había dejado la caprichosa gota, este al sentir la humedad y calidez de la lengua de la joven, cerró sus ojos mientras libreaba su boca de la botella y así cuando ella llegó hasta sus labios lo besó.

Un beso suave que se intensificó de inmediato, eran besos que dolían, donde él quería dejar una marca y ella borrar la que tenía, pero aun así sin lograrlo, se dieron cuenta que era tanta la desesperación que tenían, él por estar de una vez con ella y así olvidarla y ella por querer olvidar todo solo por un momento, que no llegaron a la cama, la alfombra bajo sus pies era más que suficiente. 

Williams fue botón por botón deleitándose a medida que sus grandes pechos quedaban al descubierto y se maravilló cuando vio el hermoso brasier de encaje blanco, que dejaba ver entre su trasparencia los pezones duros de ella.

Pero para Linda eso era entregarle demasiado control, por lo que de pronto se levantó dejando a un Williams confundido a punto de gritar, tomo la botella de vino y bebió un poco mientras lo miraba desde su altura, él por otra parte olvidó su desesperación cuando quedó mirando de abajo hacia arriba esas piernas redondas y tonificadas, con un color que invitaba a comerlas, su pene palpitaba ante tanta demora y cuando estaba por ponerse de pie ella habló.

— ¿Quién dijo que podías levantarte? —  Will jamás había escuchado una voz tan sensual como aquella.

— En verdad Linda, no quieres hacer eso.  —  Sus ojos se oscurecen aún más, su pene dolía de tan duro que estaba, ya no quería jugar, él quería hundirse en ella de una buena vez.

— Te diré algo... o es como yo quiero o no es nada.

Williams se sentía perdido, él siempre ponía las reglas y era el experto, no entendía que pasaba por la cabeza de esta mujer, pero lo peor era que en este punto, él la obedecería en todo, haría cualquier cosa con tal de probar su esencia.

Linda sonrió cuando vio que quedó allí tirado en el suelo, esperando su próxima orden como un buen cachorro. 

“Tan lindo, si solo le falta ladrar.”

— Desabrocha tu camisa para mí.  — Dijo mientras llevaba su pulgar a la boca y lo mordía, ante la excitación que esto le causaba.

— ¿Por qué no lo haces tú?

— Porque estoy pensado como haré que te vengas como nunca. — La sonrisa que puso al final de la frase demostraba que era una promesa que cumpliría. Por lo que él obedeció, se sentía un poco humillado, pero algo en su interior le decía que hiciera todo con tal de estar con ella.

Linda tomo un poco más de vino y se arrodilló a su lado, cuando sus labios se tocaron ella dejó pasar el vino que aún tenía en su boca mientras que su uña trazaba una línea roja por el pecho y abdomen de hombre hasta llegar a su pantalón, y cuando Will sintió que con una sola mano lo desabrochaba perdió nuevamente el control y tomó uno de los pecho de Linda, mostrado de esta manera que él también podía ser ágil con una mano, lo liberó de la copa de brasier y presionó el pezón, haciendo que ella le muerda el labio inferior y que pasara su uña por la cabeza de su pene que aún estaba atrapado por su bóxer. 

Esta vez ambos gimieron, Linda libero sus labios y lo miró directo a los ojos.

— Aún puedes arrepentirte, estas a tiempo.  — Una sonrisa se dibujó en los labios de él. 

— Eso es lo que estaba a punto de decirte. — Dijo con una voz aún más ronca que la habitual. 

— Bien, pero ten algo en cuenta, una vez que salgamos por esa puerta, esto nunca pasó, serás mi jefe y yo tu asistente, nada más, sin compromisos, ataduras o reclamos.  — Williams la miraba sorprendido, jamás ninguna mujer diría eso. Pero, aun así, por más que estaba seguro de que ella jamás diría que lo ama, aún si esto fuera cierto, él estaba dispuesto a todo con tal de hundirse en ella.

— Será como tú quieras Linda. — Lo dijo casi suplicando, y es que realmente él le estaba rogando, que acabara con aquella tortura.

— Así me gusta, eres un buen chico y mereces un premio. — Él estaba agonizando con cada palabra, su pene dolía y ella lo sabía, fue gateando hasta aquel lugar y por fin lo liberó del bóxer, Linda miraba con satisfacción lo que encontró. 

— Pero mira que bien que estás. — Eso casi lo hizo ruborizarse, ¡¿por favor esta mujer acaso lo quería humillar aún más?!

— Dime que tienes protección. 

— En el bolsillo derecho. — La voz de William no podía ser más ronca eso sería imposible, él destilaba deseo por cada poro de su cuerpo y eso a ella la encendía, necesitaba sentirse deseada ya que no era amada.

Tomo el condón apretando la punta para sacar el aire y colocó el sombrero sobre la punta de ese enorme pene, acto seguido sin quitarle la vista a Will, llevo su boca hasta allí y comenzó a descender mientras se ayudaba con las manos a acomodarlo bien en su sitio. 

Will comenzó a gemir, un gemido lleno de placer y por más que no quisiera perderse esa imagen sus ojos se cerraron de la misma lujuria que sentía.

Linda lo disfrutaba, sus bragas estaban cada vez más húmedas con cada gemido de Will, ponerlo así la hacía sentirse poderosa, sentía que lo tenía en sus manos y podría a ser con él lo que le venga en gana.

— Basta....detén—te, no quiero... terminar sin hundirme en ti… por favor detén——te.

Sí, eso la enloqueció. Le encantaba que le suplicarán y lo admitió.

— Me encanta que supliques.

Y para Williams esa fue la gota que colmó el vaso. La tomo de los brazos y la hizo recostarse, él no se molestó en tomarse su tiempo como ella hizo, él la necesitaba con urgencia o realmente enloquecería, por lo que tomo el borde de la mini falda y la subió, deleitándose metiendo la mano en esa braga que estaba completamente húmeda, y cuando sus dedos comenzaron a trazar círculos por fin ella gimió, y eso fue como escuchar la más hermosa melodía para él, la volvió a besar quería escuchar esos gemido amortiguados por su boca mientras con su otra mano liberó el otro pecho del sostén, se deleitó tocando, y pellizcando ese pezón tan perfecto.

— Eres maravillosa. — Ella giró, no quería sus cumplidos, no los necesitaba y Will quedó otra vez a su merced. 

Se levantó mientras él la miraba embobado, y se quitó la ropa, sin ninguna prisa, mostrando su cuerpo por completo, desnudo, sin ningún prejuicio o vergüenza, y el deseo de Williams llevo a sus ojos de un celeste cielo al azul más oscuro, cuando ella se colocó sobre él de una forma sensual, su pene latía y martillaba pidiendo por Linda, poco a poco fue dejándose penetrar, mientras pensaba que no solo era grande, si no también grueso, ambos dejaron caer sus párpados buscaron ese punto sensorial donde los cuerpo sienten todo.

Linda comenzó a moverse hasta alcanzar un ritmo frenético, sus pechos danzaban libres y Williams sentía no solo que estuviera en otro mundo, él se sentía en otra galaxia. 

Los gemidos aumentaron, las paredes vaginales comenzaron a apretar más y más el pene de Will y este se dejó ir, mientras que cuándo Linda sintió ese calor retenido en el condón supo que era su turno y convulsionó sobre él, pero apenas terminó se levantó, aún con piernas temblorosas tomo sus cosas y fue directo a ducharse. Dejando a un Williams con un sabor agridulce, por un lado, no podía negar que esta follada fue algo fuera de serie y por otro él sentía que faltaba ese te amo o te quiero al final, o aun que sea un beso, él se sentía satisfecho, pero a la vez usado. Se sentía como una mujer usada y desechada.

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