3 Buen trabajo.

Cuando Linda llegó a su escritorio su mente, que era un poco masoquista, le seguía repitiendo esa escena en la que su mundo había cambiado por completo, una y otra vez, quizás como un recordatorio del póquer jugaba con los hombres, porque esa necesidad de tratarlos como animalitos que cuando crecían demasiado era necesario desecharlos.

Por eso no noto cuando Deivid y Williams llegaron y la saludaron, ambos con ganas de ganar su apuesta y enamorarla, pero no obtuvieron respuesta alguna, ella solo estaba sentada mirando fijo un punto, con cara de haber sido testigo de un crimen, y es que así era, ella fue testigo de cómo un hombre con pocas palabras mato sus ilusiones y sueños de amor, dejándola sin nada en su interior, más que con un rencor, que no la dejaba amar.

— ¡Señorita Brown!

— Señor Williams, Señor Smith.

Williams al verla tan perdida creyó que era su oportunidad para abordarla, él era un experto con mujeres navegando a la deriva, se presentaba como su Salvador, un timón al que aferrarse, para que luego se dieran cuenta que en realidad era el mismo iceberg que colisionó contra tu corazón haciéndolo naufragar en aguas heladas.

— Venga a mi oficina ahora. — Linda camino tras él, mientras Deivid, por primera vez sintió celos de su amigo.

“Maldición, Seguro y aprovecha para consolarla, maldición y mil veces maldición, Will me lleva ventaja con las mujeres débiles."

Mientras Williams se preparaba para atacar, ofrecería su ayuda a cualquier circunstancia que la hiciera sentirse mal, se presentaría como su salvador. 

— Dígame Linda, ¿qué le sucede hoy? ¿acaso alguien la molestó? — dijo con voz suave y tratando con un falso respeto.

— Señor Williams debemos acudir en 20 minutos al control de calidad de los socios de ULip. No tengo tiempo para perder en fijarme si alguien me molesta o no. 

— ¡¿Que?! ¡No sé le ocurrió decírmelo antes! — exploto el rubio al verse con tan poco tiempo para acudir a la reunión.

— Señor Williams, se lo envié por correo hoy a primera hora, pero descuide arreglare este inconveniente en un minuto. — Linda que había llevado su tableta, comenzó a mover sus dedos por la pantalla y acto seguido el teléfono de Will comenzó a vibrar y soñar sin parar.

— ¿Qué rayos es esto?

— Desde este momento cualquier mensaje que le envíe hará sonar su teléfono de esa forma hasta que lo vea, así no me culpara por su falta de atención en las cosas importantes.  — Ella lo estaba regañando como si de un niño se tratara, no lo podía creer.

— Tú.... ¿acabas de hackear mi celular? — Dijo en un tono bajo y amenazador.

— Sí, ¿ahora puede apurarse?, debo volver antes del mediodía para asistir al señor Deivid. 

— Estas deseosa de asistir a Deivid, ¿verdad? Sabes... si fueras mía te castigaría.... — La risa de Linda resonó en la oficina lejos de sonar burlesca, sonaba más como una dulce melodía, que dejó en silencio a Will a mitad de lo que fuera que quería decir.

— Vi tú mirada perversa cuando le contesté a Deivid ayer y créeme a mí... nadie me castiga, eso es algo que solo sucede cuando quiero y con quien quiero.

Esa era una declaración de guerra, y Williams no lo soportó, avanzo hasta donde estaba y la tomo en un movimiento violento, en el cual sumergió su lengua en la boca de Linda con una desesperación y decisión única, reclamando el dominio, mientas que su mano bajo y apretó un trozo de la falda con botones que la joven llevaba, tan fuerte y brusco que hizo salir volando uno de los botones, lo que provocó que gran parte del muslo de ella quedara al descubierto.

Pero Linda no se iba a quedar atrás, ella apoyo la mano en el pecho fuerte y duro de Williams, él pensó que lo trataría de apartar por lo que se pegó más a ella, pero las intenciones de Linda no eran esas, ella descendió lentamente su mano por el pecho y abdomen de Will y de repente tomo y apretó el pene erecto de él, mientras que con su boca atrapó la lengua del hombre y comenzó a succionar , rápido pero suave, y Will enloqueció, por lo que un gemido salió de sus labios y ella lo libreo riendo, mientras arreglaba su labial. 

— Soy mejor que tú leyendo a las personas, no podrías conmigo, soy demasiado mujer para ti, mejor no lo intentes, te espero fuera, tienes 5 minutos para solucionar eso.

Dijo ella mientras apuntaba a su entrepierna, donde él sabía perfectamente como sobresalía el bulto de su pene, el cual estaba a punto de explotar, la miro con enfado y deseo, jamás nadie lo había tratado así, esa provocación constante y la pelea por ver quien tenía el poder era algo que nunca sintió. Y era completamente excitante. 

"Bien mujer de grandes curvas, veremos quién pone a quien, de rodillas, y apuesta lo que quieras que no seré yo quien caiga."

Respiró repetidas veces y aunque su pene dolía por no haber conseguido lo que necesitaba, salió en busca de su asistente, segundos después. 

"M****a, m****a, ¡¿que hice?! tengo que deja de jugar en el trabajo, o no aguantare y deberé salir a algún bar en busca de algún hombre con quien descarga esta tensión sexual."

Linda se reprochaba su conducta poco profesional. Una vez que salió Will ella notó que su bulto era casi el mismo que recién.

"Eres muy fuerte o terco o... ¿Tienes a alguien esperando para que baje a tu amigo a la normalidad?”

— Si tienes todo vamos.

— Sí señor. — Esta aparente obediencia de ella no lo ayudaba en nada, el hombre rubio de ojos celestes se sentía cada vez más deseoso por tomar a Linda.

— ¿Tienes auto?

— No.

— Bien iremos en el mío, ven.

— ¿La empresa no tiene un vehículo destinado a esto?

— No, no es necesario. Ninguna asistente ha sido tan pobre como para no tener un vehículo. — Will quería indagar en la vida de Linda sin que ella se diera cuenta, por lo que decidió usas sus tácticas de molestarla sacar la historia de su vida a flote, pero no lo consiguió.

— Pues, que le digo, lo lamento, si desea puedo tomar un taxi, claro que no se si llegaré a tiempo, si mi jefe hubiera leído y contestado mi mensaje, me hubiera ido directo al lugar...

— ¿Puedes callarte? Me estás sacando de mis casillas. — Linda sonrió mirando al frente y Will que hasta ese momento estaba enojado, no pudo evitar quedar embelesado mirándola.

Ya habían llegado al garaje de la compañía, cuando Linda se detuvo y lo miró con un deje de tristeza en sus ojos, lo cual lo confundió. 

— Dime que tú auto es el Lamborghini huracán. — Dijo con esperanza en la voz.

—Claro que no, el color negro es el favorito de Deivid, el mío es el Ferrari 498 GTB, vamos sube ten el honor de viajar en un auto de lujo. — Linda subió sin ningún problema, o duda, y él reparó en que su cara no demostró emoción alguna, sino que parecía aburrida.

Lo que él no sabía era que el señor frío también poseía un Ferrari. 

Una vez que lo puso en marcha y aceleró no soporto el silencio y su falta de emoción. 

— Bien di que sientes al estar sentada en una belleza como esta.

— La belleza es relativa según los gustos de cada uno, además he viajado en mejores.

— ¿Mejor que una Ferrari? Eso no lo creo.

— No, también era una Ferrari, pero era el 812 superpast.

— No puede ser, traté de conseguirlo y no pude solo hay dos en el país. 

— Si eso también lo sabía. — Dijo con aburrimiento, casi bostezando.

— Y dime cómo es que tú subiste...

— Gira aquí ya llegamos. — Williams reparó en que ella no quería hablar, y el opto por no insistir.

La reunión pasó y Linda no quedó conforme en varias cosas, la principal es que Williams no tenía ni idea de cómo comparar si la materia que ofrecían era buena o no, por lo que ella se encargó de dar escusas y fijar una nueva reunión para ver si cerraban el trato o no.

Para cuando subieron nuevamente al auto Williams explotó. 

— ¡¿Que m****a fue eso Linda, como me haces quedar como un idiota?!

— Acabo de salvarte de quedar como idiota, esa materia prima arruinará tu producto, lo bajará de nivel, ¡¿en qué rayos pensaba tu asistente?!

— En follar con Deivid o conmigo, no sé cuál de todas consigo el trato. — Sin darse cuenta Will había hablado de más, Linda entendió de inmediato que ellos estaban acostumbrados a dormir con sus asistentes. 

“Son iguales que Erick y tú que no querías joderlo todo. Merecen que juegue con ellos.”

— Bien fueron unas ineptas, pero ¿ustedes como no se dieron cuenta?

— Tienes razón, esa cosa todavía está en mi dedo, tienes algún pañuelo o algo para limpiarme. — Will le pidió de buena manera a Linda, eso sumado a que le dio la razón, ella pensó que necesitaba un premio, ella sería la domadora en este zoológico. 

Cuando Williams frenó en el semáforo, ella le tomó la mano por lo que él se giró a mirarla sorprendido por el contacto tan natural, y de pronto, vio como ella hizo desaparecer su dedo en el interior de su boca, al mismo tiempo que sentía como su lengua se deslizaba lenta pero fuerte, y el tirón de su pantalón le avisaba que esta vez debería descargar manualmente esa erección, porque no había modo que en este mundo él pueda sacar de su mente semejante imagen, los ojos de Linda clavado en los suyos adquiriendo poco a poco un color más oscuro, pasando del color miel al canela casi llegando al chocolate.

— Mmm, por lo menos su sabor es rico, como chocolate blanco y coco, pero demasiado aceitoso, definitivamente no es una buena combinación par un labial. — Williams estaba mudo, estaba de piedra y no solo su pene, él sentía que se estaba quemando por dentro.

Linda sonó sus dedos delante del rostro aturdido del hombre.

— Reacciona, ¿estás bien? — pregunto con un poco de burla.

— Si vuelves hacer eso te follare. — La voz de   Will dejaba ver el deseo que sentía en ese momento. A lo que Linda rio. 

— ¿Es una advertencia o una invitación?

— Tómalo como quieras.

— Por ahora lo único que quiero es poder llegar a tiempo a asistir a tú amigo.

Y eso lo enfureció, ¿por qué sentía que ella hablaba en doble sentido?, o mejor aún ¿por qué le molestaba?, ya en una que otra ocasión ambos habían compartido una mujer sin problema alguno. Fuera lo que fuera que lo molestara lo único que hizo fue acelerar, sabía lo que ese auto podía correr y esperaba arrancarle un grito de miedo a la atrevida muchacha, pero lo único que consiguió fue escucharla reír, ella reía como solo la adrenalina te provoca hacerlo.

Cuando llegaron a la empresa los ojos de Linda brillaban de emoción. 

— Eso estuvo muy bien señor Jones. — Y cuando se bajó agregó. 

— Espero que no sea para todo tan rápido y fugaz. — Cerró la puerta y se marchó, dejando a Will golpeando su cabeza contra el respaldo de su Ferrari. 

Para ese entonces Deivid ya estaba esperando a Linda, estaban con el tiempo justo.

— Linda gordita, por fin llegas.

— Lo siento señor, la reunión no fue bien. — Mientras ella explica lo que sucedió Deivid no pudo sacar sus ojos del muslo casi al descubierto de ella.

— ¿Qué le pasó a tú falda? — pregunto un poco molesto de que fuera su amigo el responsable de ese desorden.

— Perdón señor, creo que subí de peso y mi ropa no lo soporto, no tuve tiempo de ir a cambiarme...

— Está bien no te preocupes, además pareces sexy así.

— Señor Deivid, las cosas que dice, ¿sexy yo?  — Trato de ruborizarse, pero no pudo, Linda ya estaba anestesiada a esos cumplidos, más los fines de semana, cuando salía de caza.

— Créeme, eres sexy. Ahora vamos antes que perdamos a estos inversionistas.

— Claro señor, ya pedí un taxi, espero que me permita llegar a tiempo.

— ¿De qué hablas gordita?, si no tienes auto irás conmigo. 

— No quisiera causar problemas, señor. 

— No me causaras ninguno y deja de decirme señor, llámame, Deivid, por lo menos cuando estemos sólo. 

— Como digas Deivid. — Al escucharla pronunciar su nombre sintió como su corazón se aceleraba.

— Vamos gordita, oh...

— Oh ¿qué señor? — pregunto con falsa inocencia y Deivid le creyó.

"Mira esa cara es pura inocencia, definitivamente contigo me coronaré ganador."

— Llegaremos tarde.

Mientras bajan al estacionamiento, Deivid trató de concentrarse en que les ofrecería a los inversionistas para que acepten el trato, pero el perfume de Linda lo distraía.

— ¿Qué perfume usas?

— No creo que lo conozcas, no es de marca.

— Es delicioso, bueno Linda gordita, este es mi auto ¿qué te parece?

— ¡Esto! ¡¿No puede ser?! Creí que el auto del señor Jones era algo increíble, pero esto me deja sin palabras. — Si definitivamente ella sabía fingir. 

El resto del camino Deivid paso presumiendo su auto, sin saber que esta mujer había paseado hasta en jet privado, aun así, Linda era una maestra para fingir. 

Pero cuando llegaron al restaurante Jean—Georges Linda estaba sumamente nerviosa, su corazón latía de una forma rara ante la posibilidad de encontrarse con Erick.

— Tranquila Linda gordita, todo saldrá bien, tengo todo planeado, hoy cerraremos este trato cueste lo que cueste. — Y eso fue todo lo que necesito para volver a la realidad, su joven jefe creía que sus nervios eran por el dichoso trato.

"¡Controlarte mujer! Este par de idiotas no saben hacer negocios, demuestra lo que vales, muéstrale que te necesitan más que tú a ellos.”

— Sí, Deivid, todo saldrá bien. — Linda paso un tiempo anoche revisando la propuesta y con todo el aturdimiento que tenía se olvidó de ponerlo sobre aviso.

— Deivid, hay algo que debes saber antes que entremos.

— ¿Que?

— Mira estuve revisando y estos puntos son muy confuso, a simple vista parece estar todo bien, pero estos puntos y comas mal acomodados, ellos quieren sacar provecho. 

— ¡¿Dices que esto es adrede, que tratan de estafarme?!

— Sí. — respondió totalmente confiada.

Deivid leyó una vez más los documentos y reparó en que ella tenía razón, él pensó que era un error de impresión o a lo sumo de redacción, pero ellos igual lo enviaron firmado, Linda tenía razón, ellos querían embaucarlos.

— Eres muy lista gordita.

— Gracias. 

Entraron al lugar y Deivid se sorprendió cuando al pedir el almuerzo el camarero le sonrió a Linda y le preguntó si quería lo mismo de siempre.

— No, solo será gazpacho. 

El almuerzo pasó y luego de un Deivid audaz y confiado, los inversores se retiraron pidiendo disculpas por el supuesto malentendido y fijando una nueva reunión. 

— Los aniquilamos Linda gordita.

— Sí, lo hicimos. — Linda no pudo evitar sonreír, ya se había acostumbrado al apodo que Deivid le había otorgado, pero también noto que ya no lo decía con sarcasmo, sino que, de una forma suave y tierna, lo decía con cariño.

— Bien es hora de volver a la oficina y hablar con Will. 

— Claro. — Pero antes que eso sucediera, el camarero reapareció. 

— Señorita Brown, permítame el atrevimiento, la última vez no le pude agradecer como era debido, pedí su postre favorito, muchas gracias por lo que hizo aquella vez por mí. — Deivid miraba intrigado al hombre que tendría unos cuarenta y algo o cincuenta y pocos. 

— No tiene nada que agradecer, era lo correcto. — respondió su asistente con una sonrisa tensa.

— Aun así, muchas gracias. — El hombre dejó el postre y se retiró. Y Linda no sabía qué hacer.

— ¿Gustas un poco?

— No, no soy amante a las cosas dulces, ya sabes te hace perder la silueta.

— Sabes Deivid, la vida es muy corta para preocuparse por pequeñeces, unos kilos de más a cambio de probar una delicia, es un precio justo para pagar.

— De acuerdo me convenció, señorita Brown. 

Linda sabía muy bien porque la llamo así, él quería saber la historia que había detrás de las palabras del camarero, pero ella estaba decidida a jugar a hacerse la tonta, tomo un bocado del postre y él se perdió en su boca envolviendo la cuchara en ese momento, pero volvió a la normalidad.

— ¿Me dirás que fue eso? — Pregunto impaciente. Y Linda se dio por vencida.

— Creo que en mi currículum está especificado lo eficiente que soy, hace un tiempo atrás vine a este lugar con el que era mi jefe, él estaba de mal humor, y se desquitó con el camarero, pidió que lo despidan y no me pareció justo, por lo que intervine, eso es todo.

— ¿Tu jefe quién era? — Esa era una pregunta que ella no quería contestar. Por lo que utilizo el coqueteo como arma.

— Disculpa, ¿dijiste algo? Por un momento tus tatuajes me abrumaron. — Y por fin logró un leve sonrojo en sus mejillas. El cual le debía más al miedo que a otra cosa.

— ¿Y eso cómo qué?

— No sé, tienes tantos, digo los que son visibles, ¿cuán tatuado tienes tu cuerpo? — pregunto con cara de cachorro abandonado.

— Eso solo lo saben quiénes me ven desnudo. — respondió el hombre al tiempo que le giñaba un ojo.

— Ah. — Puso su mejor cara de desilusión, sabiendo que el querría consolarla.

— Si quieres me podría desnudar para ti. — Linda fingió mirarlo con sorpresa e incredulidad, cuando por dentro se moría de risa.

"Eres lerdo Deivid, pero mejor así." 

— Pero mira quién está aquí, Deivid Smith, tan apuesto como siempre a pesar de esos tatuajes. — La espalda de Linda se puso tiesa, ¡estaba perdida! Todo había acabado.

— Samara Canón, tan rubia como siempre.

Cuando la mujer saludó a Deivid, se fijó en quien lo acompañaba, claro ella no sabía que eran jefe y empleada por lo que se acercó apropósito a la mesa cuando lo vio acompañado y más con alguien con esa figura, pero cuando reconoció de quien se traba su cara cambio de inmediato, igual que su tono de voz dejó de ser simpático, para pasar a ser ácido y burlón.

— ¿Señorita mantequilla? Mira cómo has cambiado, si hasta pareces una persona. 

Linda podía domar a cualquiera, pero había dos personas a las que nunca podría enfrentar, Erick Mark y Samara Canon, ella moría por gritarle a esa rubia de plástico cuantas veces su prometido la había follado, de ciento de formas diferentes, cuantas veces habían alcanzado el máximo placer hasta caer rendidos, pero no podía, el día que ella hiciera eso Erick sería capaz de matarla de ser preciso. Por lo que bajo la cabeza sin decir nada.

— Samara, ¿acaso tienes algún problema con mi asistente? — El tono de Deivid dejaba ver lo molesto que estaba con por sus palabras. 

— Mira hasta tienes un nuevo defensor, las cosas no cambiaron tanto, ¿sabes Deivid? te daré un consejo, por la amistad que tiene nuestros padres, despide a esta vaca, es una completa incompetente. — En el terreno laboral Linda si se podía defender, ella sabía lo brillante que era.

— ¡Eso no es verdad! — rebatió sin importarle levantar la voz.

— ¿Que no es verdad?, echaste a perder el mejor negocio que se había conseguido con Dante Ricci, tu idiotez nos costó 2 millones, menos mal que mi prometido te hecho antes de la reunión de la junta o te hubiera destrozado con mis manos. Me imagino que no colocaste nuestra empresa como referencia....

Samara continuó hablando, pero Linda ya no la escuchaba, estaba acostumbrada a sus continuos ataques, siempre le decía que si no fuera porque se parecía más a una cerda que a una mujer ella no dudaría en que Erick y ella tuvieran un amorío, pero gracias a su apariencia nunca sospecho nada, lo que saco de jugada a Linda fue el hecho que la culparan por el fallido de una fusión con el italiano Dante, eso era imposible, ella dejó todo listo, solo faltaba la firma de Erick.

El día después de que Erick la mandó por un tubo ella se reunió con Dante, firmaron todo y entre una cosa y otra, terminaron en la cama de un hotel de lujo, fue así como ella se dio cuenta que podía seducir a cualquier hombre.

— Te estoy hablando jamón con patas.

— ¿Que? — La voz de Linda era apenas un murmullo. 

— Que como se te ocurrió poner una cláusula que si no se concretaba el trato pagaríamos dos millones de dólares. 

— No... — Las lágrimas de Linda caían a la vez que el subconsciente le gritaba.

"¡Estúpida te pago con dinero de la compañía y te culpo por ello! ¡Ahora además de puta eres una ladrona!”

— ¡¿Acaso no piensas contestar vaca?!

— ¡Oye Samara ya es suficiente, porque no te largas a arruinar el almuerzo de alguien más! — Linda miro de inmediato a Deivid, él la estaba defendiendo, y ella no estaba fingiendo.

No quería estar en ese lugar, en cualquier momento podría aparecer Erick y todo se iría al carajo.

Por lo que se levantó y salió sin decir nada, Deivid salió detrás de ella.

— Linda, espera, ¡Hey detente! — Al momento que Deivid la detuvo la abrazó y ella se quebró por completo.

— No fue así, no sé qué paso, pero lo averiguare, yo sé lo que hago, mi trabajo es lo único que tengo, es lo único para lo que soy buena ¡jamás aceptaría algo así! — Decía entre lágrimas más para sí misma que para él. 

— Te creo Linda, no tienes nada que explícame, me acabas de salvar de perder mucho dinero, sé que eres buena en lo que haces. — Deivid acariciaba la espalda de ella, y ese contacto lo empezó a acalorar.

"¡Por favor, si solo la estoy acariciando! ¿Qué sucede conmigo, porque me atrae tanto? Ella se ve tan débil, está sensacional de que alguien te necesite es tan fuerte y linda, Linda como ella, debí mandar al carajo a Samara apenas llegó.”

— Ya estoy bien señor Smith, puede soltarme.  — dijo la joven, pero él no quería hacerlo, sin embargo ¿qué podría decirle? Y entonces le dijo la verdad.

— Pero yo quiero abrazarte un poco más. Además, ya te dije no me digas señor. — Le dijo con voz suave junto a su oído. 

— Está bien Deivid, ¿podemos volver a la oficina? Todavía tenemos trabajo. 

— Eres muy responsable Linda. — Ella lo miró sorprendida, no era gordita Linda, ni otro apodo él la llamo por su nombre.

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