Linda, una joven de 24 años que vive en Nueva York junto con su mejor amiga René, ambas cargan un pasado tormentoso del que creen haber escapado, llevan una vida libre con compañeros sexuales de una sola noche, creen poder con el mundo, apostarían su vida a que ya no necesitan de un hombre que las defiendan. Williams y Deivid, amigos y socios que viven burlándose de las mujeres y apostando quien tiene más conquistas, el compromiso no es para ellos, apostarían lo que sea a que jamás le rogaría a una mujer. Sus vidas colisionan cuando la nueva asistente se presenta ante ellos, una joven de grandes curvas para muchos gorda, pero muy apetecible, Linda cambiará la vida de ellos y la propia sin quererlo. No apuestes, si no estás dispuesto a pagar el precio de perder.
Leer másHoras de ansiedad y aburrimiento.
Demasiado tiempo libre para pensar.
No quiero pensar en qué estoy soltera otra vez
no quiero pensar en el compromiso roto que me dejó sola.
Cuando pienso las cosas y cómo pudieron haber sido con Chris, mis ojos me traicionan y se dejan convencer por las lágrimas gruesas y pesadas.
Un mes. Un mes había transcurrido desde que mi compromiso con Chris se había ido a la m****a.
Yo, Alika Pierre, con mis veintitres años, tenía al hombre perfecto a mi lado, un trabajo en el más que próspero y solicitado de la ciudad, sin hijos, sin responsabilidades más que mi madre y mi tia.
No tengo a nadie más con vida que dependa de mí ni de mi salario.
Mi madre y tia viven en Lanai, una pequeña isla perteneciente a Hawaii.
Lanai es mi hogar, una isla pequeña y tranquila en Hawái que parece estar escondida del resto del mundo. Crecer allí fue como vivir en un rincón apartado de la civilización moderna, rodeada de montañas verdes, playas solitarias, y un ritmo de vida pausado que te invita a disfrutar cada momento.
Lo que más amo de Lanai es su sensación de comunidad. Todos nos conocemos, nos ayudamos y compartimos una conexión que no he encontrado en ningún otro lugar. Recuerdo pasear por las carreteras sin prisa, el aire fresco del océano llenando mis pulmones, y el sonido de las olas como música de fondo constante. No hay muchas distracciones ni el bullicio de las grandes ciudades; es un lugar donde la naturaleza es la verdadera protagonista.
Aunque Lanai me regaló una infancia llena de paz y conexión con la tierra, también sentía la necesidad de buscar más allá. Fue difícil dejarla atrás cuando me mudé a Nueva York, pero sabía que tenía que hacerlo para perseguir nuevas oportunidades. Aún así, siempre que cierro los ojos puedo ver esas colinas y sentir el calor de mi hogar.
Muchos me criticaron en principio por irme, por evitar ser una más del monton. Pero yo no quería quedarme como mi madre, como mi tia. mujeres que al igual que muchas más nunca se habian subido a un avión, que no conocían nada más que las esquinas de la isla.
Me vale madres lo que opine la gente. Seré frívola, orgullosa, odiosa y creida, un sin fin de adjetivos que muchos conformistas puedan usar para describirme, pero pocas han alcanzado los logros que tengo. Pocas de mi pueblo han logrado hacerse con una carrera que no sea tener un puesto de pesca y frutas.
No las critico ni cuestiono, pero eso no era lo que yo deseaba para mi.
Tampoco era lo que mi madre deseaba para su hija, su única hija.
Conseguí comprar mi apartamento en New York, tan solo hace un año, 5 años de puros sacrificios y cohibiciones. Pero me encanta. El depa es como un play. Todo en granito y madera preciosa. Me he dado los gustos que siempre quise en estos últimos años desde que fui ascendida como jefa de producciones. Soy la segunda en al mando. Todo lo he ganado a base de sacrificios, trasnochos y sin tener que dar mi cuerpo para conseguir nada. Mi inteligencia es más que suficiente. Claro que eso no significa que en realidad sea frívola. Me gusta el sexo. Sé lo que me gusta y lo que no. Conozco mi cuerpo, cada centímetro, cada lugar donde mis sensaciones son más intensas. Sé cómo excitarme y cómo enloquecer a un hombre.
Se lo que quiero de la vida, puedo tener veintitres años pero se lo que deseo conseguir. se a donde quiero llegar.
se que deseo remodelar por completo la casa de mi familia materna, que deseo construir el hostal de mi sueños.
Lanai es una isla turística. recibe miles de turistas mes tras mes. ¿Por qué no sacar potencial de eso?
Es mi meta para antes de cumplir los veinticinco.
Mi madre y mi tia estan de acuerdo.
Su apoyo es lo único que me importa.
Ahora divago en un asiento de avión de camino a Lanai, de camino a un futuro desconocido.
Chris Canceló el compromiso.
Me dejó.
Mi novio —El hombre con el que mantengo relaciones sexuales más de cuatros veces a la semana— de hace dos años cortó conmigo hace tres días. Me propuso matrimonio, y yo entendía que no era el momento. Sigo entendiéndolo, lo creo aún. A pesar de eso, en contra de mis principios, acepté. Pensé que podía postergarlo, dejarlo para dentro de unos años aunque el anillo estuviera en mi dedo.
Nunca he creido en el matrimonio. a mi madre ciertamente no le funcionó. Es más, ni siquiera se llegó a casar. El único matrimonio estable que conozco es el de mis tios y con la muerte de mi tio, supe que no quería pasar ese dolor.
mi tia nunca se casó. nunca miró a nadie más.
para ella solo existió mi tio como su gran amor.
—Odio los vuelos largos. Más aún viajando al lado de una completa extraña. —dice. —Soy Marcus —se presenta el hombre a mi lado.
—Aun diciendo mi nombre, seguiré siendo una extraña. —le contesto. —Alika —me presento sin mirarlo si quiera.
Ruego al cielo que este viaje acabe rápido.
Se escucha la voz del capitán, quien informa que despegaremos pronto.
—¿Que te trae a hawaii? ¿Por negocios o por placer? —escucho que me pregunta el hombre.
—Placer. Bueno, más bien no es por placer—Saco de mi cartera los auriculares y busco las canciones en mi playlist.—Es necesario un escape.
—¿Necesidad? —replica el hombre, levantando una ceja. —Eso suena intrigante. —Para nada lo era. todos necesitabamos en algún momento escapar. Pero se que el solo quiere plantarse conversación. — ¿Viajas por necesidad? ¿Compromiso familiar?
—Hablas mucho, ¿te lo han dicho? —pregunto.
—Cuando estoy nervioso al lado de una bella dama que no me mira siquiera a los ojos, si.
—¿Te ha funcionado antes ese cliché?—inquiero. —notas los audífonos? se usan para no hablar durante el vuelo.
—Correcto. pero te pierdes de muchas cosas por estar metida en ella.
—Sí, a veces la música es lo único que puede sacarte de un mal día —respondo mientras enchufo los auriculares.
—No puedo estar más de acuerdo. ¿Qué tipo de música necesitas para escapar? —su tono es curioso, casi como si quisiera saber más.
—Un poco de todo, pero sobre todo algo que me haga olvidar, aunque sea por un momento. —Empiezo a escuchar una melodía suave, y me dejo llevar por el ritmo.
El hombre asiente, pensativo.
—A veces, una buena canción es lo mejor que podemos tener.— Dice.
—A veces es lo que necesitamos para complacer nuestra sed de tranquilidad.
—Soy bueno complaciendo, si eso necesitas.
Cómo dijo esas palabras hace que lo mire.
Es un hombre entrado en los treinta de tez clara, pelo castaño claro y ojos color verde muy claros. Sus labios son carnosos y dibujan una sonrisa lobuna.
—¿Algo más que necesites aparte de comerme con los ojos? —inquiere con la ceja izquierda arqueada.
El color rojo del sonrojo sube a mis mejillas.
Tengo veintitrés años, no debería sentirme bochornosa ni nada semejante. He tratado con hombres más atractivos. No sé por qué me siento como una novata, ya no soy una niña. Mi reacción ante este hombre es similar a la que tuve en mi pubertad ante ciertos chicos atractivos que me habían gustado, pero no me atreví a hablarles.
Marcus no tiene nada de niño bonito. Al contrario, tiene más de treinta, mide, diría yo, más de un metro noventa y posee una figura musculosa y rasgos muy bien definidos. Sí, esa camisa marca su cuerpo y sus piernas largas casi rozan el asiento delantero.
Humedezco mis labios mientras saboreo los de él en mi mente.
Sus ojos sonríen. Se gira, mira al frente y da por terminada nuestra conversación.
¿Él da por terminada la conversión?
es orgullo lo que percibo.
—Pendejo —murmuro. La decepción ocupa mis labios.
—¿Algo que decirme, Alika? —cuestiona sin mirarme.
—Nada.— respondo, pero algo se remueve en mi interior. la forma de el decir mi nombre me deja embobada.
—Parece que sí dijiste algo —responde, ahora mirándome de reojo.
—Solo pensamientos en voz alta —mejor me hago la desentendida. No quiero seguir en esta interacción incómoda.
—A veces es mejor hablar —dice, con una leve sonrisa. Hay algo en su tono que me hace dudar.
—Tal vez. Pero a veces también es mejor dejar las cosas en el aire. —Pongo más atención a la música, tratando de restarle importancia al momento.
—¿Y si el aire es lo que te está ahogando? —Su pregunta flota entre nosotros, y no puedo evitar girar la cabeza para mirarlo de nuevo.
—Entonces hay que buscar la manera de respirar. —Aún con los auriculares puestos, sus palabras se quedan dando vueltas en mi mente.
Un completo desconocido tiene la destreza de hacerme desear tener sexo en el baño de un avión.
Este tipo de relación momentánea es perfecta para mí.
Perfecta en este instante.
Los años habían transcurrido con calma, por lo menos para ellos cuatro, cuando los mellizos tuvieron 2 años tomaron la decisión de mudarse de la mansión Bach, muy al pesar de Sam, pero debían hacerlo, le tomo más de un mes convencer al mayor de que era lo mejor, y es que la fogosidad de la pareja no disminuía con los años, solo iba en aumento, pero lo que llevo a Sam a aceptar que era mejor que la joven pareja viviera sola fue el día que los encontró en la piscina en una pose demasiado comprometedora, Sam estaba seguro que necesitaría terapia para superar aquella imagen, y es que si para un hijo es impactante encontrar a sus padres teniendo relaciones SEXUALES, imaginen lo que fue para Sam ver el trasero de Williams mientras montaba a su hija en medio de del jardín trasero, en su defensa Linda alego que se suponía que él debía estar en su empresa y ya que su madre había llevado a los mellizos de compra creyó que estaban solos, por lo que finalmente Sam acepto que su hija se marche con
Williams escucho el grito de su hermosa reina, esa que le había enseñado lo que era estar enamorado y que le ayudo a sanar todo el daño que aquella mala mujer había provocado en él. Vio lo mismo que Linda veía, un pequeño que corría sin estar consciente del peligro y una madre desesperada por alcanzarlo y evitar lo inevitable, o eso creyó, él realmente pensó que su esposa tendría que aprender a vivir sabiendo que los accidentes ocurren, que hay cosas que no se pueden evitar, como lo que sucedería, que para él era… que su esposa arrollaría a ese pequeño que como burlándose de la muerte dejo ver una sonrisa deteniéndose tras los gritos de su madre, pero se detuvo demasiado tarde, a mitad de la carretera. Nada lo hubiera preparado para lo que su esposa hizo, y es que ella realmente era una reina, y el deber de una reina es sacrificarse por el más débil, Will no lo pensó, Williams no lo supo, hasta que de pronto se vio impactando contra una viga de concreto, trato y Dios sabe que es así
Mientras Williams y Linda se perdían en una nebulosa de placer y lujuria, fuera de la oficina el ambiente era completamente extraño, los gritos de placer de ambos inundaban el exterior y mientras el custodio de Linda optaba por recordar cada una de las reglas aprendidas en su entrenamiento para mantener la calma y la sangre fría, la asistente quedaba sola ya que su nueva amiga salía de aquel lugar sintiendo más que pena, ya que estas personas sentían que eran ellos lo que estaban invadiendo la intimidad de la pareja y no la pareja infringiendo alguna norma laboral al tener sexo en la oficina. — Hey asistente donde--- — la pregunta de Deivid, quien tampoco se había molestado en aprender el nombre de la pelirroja, quedo flotando en el aire cuando escucho los gemidos que provenían de la oficina. — Dios, que envidia ¿porque mi pequeño ángel no me visita en la oficina? — fue todo lo que el castaño dijo para luego salir con rumbo al ascensor y dirigirse a la reunión que tenían pactada con
Melania Y Rene caminaron al lado sur del prado, ya llevaban un tiempo hablando de trivialidades, cuando Melania dijo. — Hace muchos años, en este mismo lugar vivía una joven mis simpática, alegre y por lo que dicen era muy hermosa también, cuentan que sus ojos color chocolate eran muy expresivos, y sus labios rellenos y gruesos hipnotizaban a más de un hombre. — ¿Cómo se llamaba? — pregunto sin poder contenerse Rene. — Acacia, Acacia Doxi, era huérfana, sus padres murieron en un accidente automovilístico, pero por suerte tenía a su hermano, un hermoso y fuerte griego, él la cuido y la protegió, pero ¿Quién nos puede proteger de la maldad del mundo? — En el momento que la castaña dijo aquello, Rene supo que no sería una historia con final feliz. — Acacia creció y se convirtió en una joven muy quería aquí, tenía muchos amigos, muchos la querían, incluso tenía un novio, era mayor que ella, Cristopher Fotsis, tenía 20 años y ella apenas 16, era pequeña, demasiado soñadora, tanto como
Vincent miraba aturdido a la hija de su primo, por un momento recordó todo lo que Erick le había hecho a la joven y repasando lo que dijo en el jardín creyó que la había ofendió sin darse cuenta. — Disculpa por lo que dije allí a fuera, no fue mi intención herirte… — antes que continuará con su explicación la joven lo detuvo. — A mí me importa un carajo lo que puedan decir de mí ¿porque sabes algo? yo saltaba de cama en cama y no me arrepiento, follé cuanto quise y con quien quise y aquí me vez, casándome de blanco cuando en mi vientre llevo a mis mellizos. — le soltó apretando los dientes de la furia que sentía. — Eres igual a tu padre cuando te enfadas. — Vincent la contemplaba con asombro. — Te estas follando a Rosita. — cada palabra de la joven taladró su mente, provocándole aún más dolor al verse descubierto que la bofetada en sí. — No tengo porque explicar lo que hago con mi vida, lo acabas de decir, tu follaste con cuanta persona quisiste y yo soy un hombre. — Eres un mal
El fin de semana llego, tanto Linda como Rene ya conocían a casi toda la familia, pero ese sábado no solo la terminarían de conocer, también serían presentadas a todas las familias ricas y poderosas que rodeaban a los Bach, y eso si era motivo de nerviosismo para las jóvenes, y más cuando faltando una hora Samanta les entrego sus vestidos, los que se supondrían que serían de gala, pero para sorpresas de las jóvenes terminaron siendo dos vestidos de novias. — ¿Qué significa esto? — dijo aun aturdida Linda. — ¿Cómo qué significa? Sam me aviso hace media hora que consiguiera los mejores vestidos de novia que ustedes habían decidido casarse. — Linda no espero que su madre terminara de hablar y salió en búsqueda de su padre, sin importarle estar en una bata de seda rosa que apenas y la cubría, al primer lugar que fue, la habitación de su padre, seguida por Rene obviamente quien también se paseaba en una bata, pero celeste de seda, sin importarles las miradas de los empleados que estaban
Último capítulo