Emma despertó temprano al día siguiente, su mente llena de pensamientos que giraban en torno a la conversación con Sebastián de la noche anterior. A medida que la luz del amanecer se filtraba a través de las cortinas, sintió una mezcla de esperanza y duda. Había algo en la forma en que él le había hablado que la había tocado, pero también sabía que las palabras no siempre eran suficientes. Sebastián Alarcón era un hombre de poder, un hombre acostumbrado a conseguir lo que quería, y aunque su promesa parecía sincera, ¿cómo podía estar segura de que todo lo que había dicho no era solo una estrategia más en su interminable juego de conquista?
Se levantó de la cama con una determinación renovada, pero también con una sensación de incomodidad en su interior. El día prometía ser complicado. El proyecto de la nueva alianza seguía en pie, y a pesar de la cercanía que parecía haber entre ellos, Emma no podía dejar de pensar en la responsabilidad que tenía sobre sus hombros. En su corazón, aún