Sebastián no podía dejar de pensar en lo que Gutiérrez le había dicho. Aquellas palabras resonaban en su mente como un eco constante: "Depende de lo que estés dispuesto a ofrecer." Cada vez que las repetía, el peso de lo que implicaban aumentaba. No era una simple conversación casual, no era solo un intercambio de información. Gutiérrez había dejado claro que había un precio que pagar, y no era algo sencillo. La pregunta que rondaba en la cabeza de Sebastián era si realmente estaba dispuesto a pagar ese precio.
La noche avanzaba, y el ambiente en el club comenzaba a cambiar. La música se volvía más intensa, las luces comenzaban a parpadear en un patrón errático, creando sombras que parecían moverse de manera inquietante. Sebastián se levantó de la mesa, sin dejar de observar a Gutiérrez, quien ahora estaba pensativo, mirando su copa de vino como si estuviera meditando algo muy profundo. No podía darle la espalda aún; había demasiado en juego.
-¿Te parece bien si me acompañas afuera? -