La ciudad seguía sumida en la tormenta. Las calles, cubiertas por la lluvia, reflejaban las luces de los autos que pasaban como sombras fugaces. Javier caminaba con paso firme hacia el coche que lo esperaba en la esquina, su mente en constante tensión mientras procesaba lo que acababa de escuchar. El informante había dejado claro que Nicolás no era solo un hombre de poder, sino que tenía la capacidad de destruir todo lo que conocían. No se trataba solo de dinero ni de control corporativo; su influencia iba más allá. Lo que había en juego ahora no solo era la vida de los involucrados en el juego del poder, sino la estabilidad de todo el sistema.
Al llegar al coche, Javier se subió sin decir palabra, su mirada fija en la carretera mientras las gotas de lluvia martillaban el parabrisas. A su lado, Aitana observaba en silencio, su rostro reflejando una preocupación compartida. Ella sabía que lo que acababa de suceder en la reunión era solo el principio de algo mucho más grande.
-¿Qué te d