—No nos pongamos cursi por favor. —Ale sirve los platos mientras reía levemente.
—De acuerdo, señorita no cursi, hoy te preparé una salida perfecta, ¿Me acompañarás o tienes algo mejor que hacer? —Ella arquea una ceja un poco ofendida.
—¿En serio me dirás eso? No tengo a donde más ir, casi que vine obligada a este viaje —bromea y él la mira mal.
—Viniste porque quisiste, eso es como el sexo. —La hace reír aún más.
—¿Qué tiene que ver el sexo en todo esto? —Lo ve divertida.
—Que lo hacemos porque queremos, no porque te obligue. —Lo encuentra muy obvio y lógico esa comparación.
—Bueno. —Voltea sus ojos.
—Además, se podría decir que tú me obligas a mí para tener sexo. —Le sonríe con un poco de maldad y ella lo ve levemente impresionada.
—¿Disculpa? —Él la ve divertido.
—Disculpa aceptada, amor. —Ella se cruza de brazos y muerde su labio para evitar reírse.
—¡Alessandro! —Le exige una explicación.
—Claro amor, tú me obligas, o sea yo quiero mantenerme caballeroso contigo, pero tu cuerpo n