79. Un instinto más fuerte
79
Seraphina
El aire era espeso. Como si algo invisible flotara, cargado, sobre la casa aislada frente a mí. Había dejado atrás la camioneta y al equipo con la excusa de “adelantar el reconocimiento”. La verdad era que necesitaba espacio. Oxígeno. Silencio.
Pero no encontré nada de eso.
Solo una alarma invisible retumbando en mis sentidos.
Algo no iba bien.
Me bajé de la moto y desenfundé el arma, avanzando con sigilo hacia la entrada. La puerta estaba cerrada, pero no asegurada. Empujé con la rodilla y entré. El olor era cálido, a madera, a galletas… y a vida.
Entonces lo vi.
—Maverick… —susurré sin aire.
Él se giró de inmediato y me apuntó con un cuchillo de cocina por reflejo. Luego sus ojos se agrandaron al reconocerme, y bajó el brazo con cautela.
—Seraphina… —susurró
Pero no pude responder. Me quedé paralizada al darme cuenta de lo que Héctor me había dado. Luego los vi. A ellos.
Los niños. Freya y Lya abrazadas al osito desgastado. Nikolai cerca de la mesa con crayo