19. Impecable cortesía
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Sera
La cena se desarrolló con impecable cortesía.
Conversaciones medidas, risas moderadas, y sonrisas ensayadas.
Yo traducía con fluidez entre Ryder y Lucien, suavizando los bordes ásperos de ambos cuando era necesario, tejiendo puentes con palabras y modulando tonos. El trato parecía ir bien, hasta que los platos se retiraron y los hombres quisieron celebrar a la antigua: con alcohol.
—Un coñac francés —pidió Lucien con una media sonrisa, alzando la mano para llamar al camarero—. Algo digno de esta noche.
—Whisky para mí —dijo Ryder, sin mirarme.
Luego todos se giraron hacia mí.
—¿Y tú, ma chérie? ¿Qué vas a tomar? —preguntó Lucien, con esa mirada suya que pesaba más de lo que debía.
Elevé apenas la mirada, manteniéndola suave y neutral.
—Gracias, pero no bebo alcohol —respondí con tono cortés—. Soy alérgica, y prefiero evitarlo.
Un silencio breve.
Demasiado breve.
Pero sentí la presión al instante.
Lucien ladeó un poco la cabeza, como si algo no encajara.
—¿Alérgica? Qué pena —d