Una vez se sentó con ella en sus piernas pese a los intentos de huir de su esposa, cuyas mejillas se habían sonrojado, esta se dirigió a él con el ceño enormemente fruncido ya que con un solo acto acaba de echar al traste cualquier respeto que pudo haberse ganado por su cuenta.
─Me acabas de hacer ver como una estúpida ─refunfuñó.
Graham besó su mejilla, a lo que Isobel se derritió por dentro.
No podría estar molesta con él ni aunque quisiera, pero al menos era lo suficientemente fuerte como para aparentarlo.
─Eres mi esposa ─gruñó cuando acercó sus labios a los suyos e Isobel no los separó a modo de protesta, sin entender el por qué de su comportamiento─. Puedo hacer con mi esposa lo que quiera.
Isobel se cruzó de brazos, molesta.
─De donde vengo, eso que acabas de decir sonaría muy mal.
Graham se encogió de hombros.
─En donde estamos, me perteneces y puedo hacer contigo lo que desee… ─murmuró contra sus labios mientras lleva una mano al dobladillo de su vestido, a lo que Isobel se t