Danna y Maya entraron juntas a los calabozos. Descendieron por las escaleras. Cuando llegaron a la celda de Gin, un guardia que se encontraba allí saludó con cortesía.
—Su majestad, estoy a su servicio.
—Por favor, déjenos solas, vengo a darle el castigo a la loba que intento dañar a la princesa —Danna habló con autoridad.
—Como ordene, su majestad —el hombre salió a grandes zancadas del lugar.
Danna giro hacia Maya y le dijo, quédate aquí afuera, yo sola entrare, Maya asistió con la cabeza mientras veía como su amiga se sumergía en la celda deprimente.
—Vaya, vaya, miren a quién tenemos aquí, a la valiente sirvienta que se atrevió a intentar lastimar a mi hija. ¿Pensaste que podías meterte con mi cachorra y que me quedaría de brazos cruzados? —Preguntó de manera calmada.
Gin estaba sentada en una pequeña cama de cemento y se levantó de golpe al escuchar a la voz de Danna. Un sudor frío recorrió su cuerpo al ver aquellos ojos negros perforándola. Mentalmente, susurró: "¿Qué hace ella a