En una noche llena de sombras y misterios, el poderoso lobo alfa, Damien Volkov, es drogado y pierde el control, marcando accidentalmente a una humana desconocida como su compañera. Al despertar, ella ha desaparecido sin dejar rastro, y Damien se ve obligado a vivir con las consecuencias de esa noche. Años después, decide romper el vínculo con la humana que jamás pudo encontrar, pues anhela formar un lazo con una loba de su manada. Su búsqueda de libertad lo lleva a contratar a una nueva asistente, Aria Walker, una mujer cuya belleza y fortaleza despiertan sentimientos profundos y olvidados en Damien. Mientras trabajan juntos, Damien comienza a darse cuenta de que Aria es la humana a quien marcó aquella noche. Atrapado entre su deber hacia la manada y el creciente deseo por Aria, Damien debe enfrentar su destino.
Leer más"Esta es mi primera incursión en el mundo de los hombres lobo, y he decidido hacerlo a mi manera: con un toque oscuro y psicótico propio del dark romance. La novela explora lo más profundo de la depravación y el deseo, fusionando elementos que suelen dominar mi escritura. Prepárense para un viaje intenso y perturbador, y lean bajo su propio riesgo, adentrándose en un relato lleno de intriga y pasiones oscuras."
Comencemos... ---------------- La luna llena iluminaba el vasto bosque que rodeaba la mansión Volkov con una intensidad mágica y eterna. El cielo nocturno estaba despejado, y la luz plateada de la luna se reflejaba en las copas de los árboles. En lo profundo del bosque, la mansión, una estructura majestuosa construida con piedra y madera, se alzaba orgullosa entre la vegetación, su arquitectura imponente y sus ventanales grandes reflejando el resplandor lunar. Desde su oficina en el ala oeste de la mansión, Damien Volkov observaba el panorama con una mezcla de orgullo y responsabilidad. La oficina, decorada con elegancia austera, estaba equipada con muebles de madera oscura y una gran mesa de roble en el centro, cubierta con mapas y documentos que detallaban las operaciones de su manada. Los muros estaban adornados con trofeos de caza y artefactos antiguos que hablaban del linaje y la historia de los Volkov. Damien Volkov, el alfa de la manada, era un hombre en el apogeo de su vida. A sus treinta años, había consolidado su posición como el líder indiscutible de su manada de lobos. Su cuerpo era una muestra de su poder, con músculos bien definidos y una presencia que imponía respeto. Su cabello oscuro caía en ondas suaves sobre su frente, y sus ojos verdes, intensos y observadores, reflejaban sabiduría y determinación. En su rostro se leía la historia de años de liderazgo y decisiones difíciles, un testimonio de la carga que llevaba como alfa. La celebración que tenía lugar esa noche en el bosque era un evento importante para la manada. Se conmemoraba el aniversario de la victoria de Damien sobre una manada rival que había amenazado con invadir su territorio. Era una ocasión para celebrar la lealtad y el coraje de su gente, y Damien sabía que era crucial para mantener alta la moral de sus seguidores. Desde el balcón de su oficina, Damien podía escuchar los murmullos de la celebración. La música, que consistía en una mezcla de tambores y gaitas, se mezclaba con las risas y los gritos de júbilo de los miembros de la manada. Las luces de la fogata parpadeaban en la distancia, creando un ambiente vibrante y festivo. La fogata era enorme y resplandeciente, estaba rodeada de grupos de lobos que danzaban, cantaban y compartían historias mientras disfrutaban de la comida y las bebidas. Damien se permitió un momento de contemplación mientras observaba a su manada. Sabía que este tipo de eventos eran esenciales para fortalecer los lazos entre los miembros y recordarles la importancia de su unidad. Aunque era un líder severo y exigente, también entendía la necesidad de momentos de camaradería y celebración. Era su forma de equilibrar la rigurosidad del liderazgo con la calidez de la pertenencia. A pesar de la atmósfera festiva, Damien no podía dejar de sentirse inquieto. Había algo en el aire que le parecía desconcertante, una sensación sutil pero persistente de que algo estaba a punto de cambiar. Se pasó una mano por el cabello, intentando despejarse de la preocupación que le nublaba la mente. Sabía que como alfa, debía estar siempre alerta, preparado para cualquier eventualidad. La puerta de su oficina se abrió y Nikolai, su beta y amigo cercano, entró con una sonrisa en el rostro. Nikolai era un hombre de complexión robusta, con el cabello corto y rubio oscuro, y unos ojos azules que reflejaban una lealtad inquebrantable. Había estado a su lado durante años, compartiendo los desafíos y las victorias. —Alfa, la celebración está en su apogeo —dijo Nikolai mientras se acercaba al escritorio de Damien—. La manada está esperando tu presencia. Es el momento de unirte a nosotros. Damien asintió, dejando a un lado los documentos que estaba revisando. —Voy en un momento. Solo necesito un minuto más para revisar estos informes. Nikolai se acercó y miró los papeles dispersos sobre la mesa. —No te preocupes por eso ahora. Los informes pueden esperar. Lo que no puede esperar es la oportunidad de disfrutar con tu gente. Damien sonrió levemente, agradecido por el recordatorio. —Tienes razón. Solo necesito terminar esto y estaré allí. Nikolai lo observó con comprensión y asintió. —Recuerda, Damien, todos estamos aquí para ti. No tienes que cargar con todo el peso solo. Disfruta de la noche, te lo has ganado. Con esas palabras, Nikolai salió de la oficina, dejándolo a solas con sus pensamientos. Damien se quedó mirando los documentos por un momento antes de levantarse y dirigirse hacia la puerta. Sabía que debía cumplir con sus deberes como alfa, pero también entendía que la conexión con su manada era igualmente importante. Al atravesar el vestíbulo, Damien sintió cómo la atmósfera de la mansión cambiaba. El bullicio de la celebración se hacía cada vez más evidente a medida que se acercaba al exterior. Al salir al claro central del bosque, la visión era impresionante. La fogata ardía con intensidad, proyectando un resplandor cálido y acogedor sobre los presentes. La música y el canto se mezclaban con el crepitar de las llamas, creando una sinfonía vibrante y alegre. Damien se unió a la celebración, caminando hacia el centro donde sus miembros estaban reunidos. Fue recibido con vítores y aplausos, un reconocimiento a su liderazgo y su papel en la victoria reciente. Levantó una mano en saludo, su postura era erguida y su expresión firme, pero su corazón estaba ligeramente conmovido por el afecto y la lealtad de su manada. —¡Por el alfa! —gritó uno de los miembros de la manada, levantando una copa llena de licor. La celebración estaba en su punto máximo, y todos estaban disfrutando del momento. —¡Por el alfa! —respondieron al unísono, el coro de voces llenaba el aire con una energía contagiosa. Damien se unió al brindis, levantando su copa y bebiendo un sorbo del licor fuerte que le ofrecieron. La bebida era un reflejo de la cultura de la manada, un símbolo de la camaradería y la celebración. Mientras disfrutaba del momento, se permitió relajarse un poco, permitiendo que el peso de su responsabilidad se aliviara, aunque solo fuera temporalmente. La música continuó, y Damien se unió a los bailes y las risas, participando en las danzas que se habían convertido en una tradición durante las celebraciones. A pesar de su posición de autoridad, no era ajeno al disfrute que brindaban estas festividades. Sabía que era importante compartir estos momentos con su gente, fortalecer los lazos y mostrar que, a pesar de su rol como líder, también era uno de ellos. Mientras la noche avanzaba, Damien se sintió más relajado, disfrutando de la compañía de su manada y del ambiente festivo. Sin embargo, a medida que la celebración se acercaba al final, una sensación de inquietud volvió a instalarse en su mente. Era como si algo estuviera a punto de suceder, algo que podría cambiar el curso de su vida y el de su manada. Con el avance de la madrugada, los miembros de la manada comenzaron a dispersarse, regresando a sus hogares o a sus lugares de descanso. La fogata comenzó a reducir su intensidad, y el aire se enfrió ligeramente con el descenso de la temperatura. Damien decidió regresar a su oficina, pensando en los desafíos que se avecinaban y en las decisiones que debía tomar para garantizar la estabilidad y el futuro de su manada. Mientras caminaba de regreso a la mansión, sintió una presencia extraña en el aire, como si estuviera siendo observado. Miró alrededor, pero el bosque estaba en silencio, las sombras largas proyectadas por la luz de la luna llenaba el paisaje. La sensación era difusa, pero persistente, y no podía ignorarla. Sabía que en el mundo de los lobos, la percepción aguda y la intuición eran tan importantes como la fuerza física y la habilidad de liderazgo. Al llegar a su oficina, Damien se sentó en su escritorio y volvió a sumergirse en los documentos. Sin embargo, su mente estaba distraída, inquieta por la sensación de que algo importante estaba por suceder. Mientras revisaba los informes y mapas, no podía evitar pensar en las posibles amenazas y desafíos que podrían estar esperando en la oscuridad. Finalmente, Damien decidió que era hora de intentar relajarse. Se levantó de su escritorio y se dirigió hacia la ventana, mirando nuevamente el bosque que rodeaba la mansión. La calma de la noche era reconfortante, y aunque la preocupación persistía, el ambiente sereno le ofrecía un breve respiro. —Todo estará bien —murmuró para sí mismo—. Solo es la inquietud de una noche larga. Con esa afirmación, Damien se preparó para enfrentar el nuevo día, decidido a hacer todo lo necesario para proteger a su manada. Sabía que el liderazgo era una carga pesada, pero también era un honor que aceptaba con orgullo. Convencido de que, como alfa, su deber era guiar y proteger a su manada con todo su ser. La inquietud en su mente no disminuyó, pero sabía que su fortaleza y la lealtad de su gente serían suficientes para superar lo que viniera. Con una última mirada al bosque, Damien apagó las luces de su oficina, se preparó para descansar y se prometió a sí mismo que haría todo lo que estuviera a su alcance para asegurar el bienestar de su manada.Sin embargo, la paz que habíamos encontrado fue duro poco. Días después, la tranquilidad se vio interrumpida por un ataque inesperado. La noticia de que yo era la diosa había atraído tanto a alfas veneradores como a enemigos decididos a mi final. Una niebla densa cubría el terreno alrededor de la mansión. Los gritos de alarma comenzaron a resonar, llenando el aire con un sentido de urgencia. Damien y la manada se prepararon para la batalla con una determinación feroz. —¡Defiéndanla con sus vidas! —ordenó Damien, su voz era un trueno de firmeza y su mirada, llena de intensidad Los atacantes eran una banda de lobos oscuros, con intenciones crueles y despiadadas. Se lanzaron al ataque con una ferocidad implacable. La batalla fue brutal; los gruñidos y aullidos se mezclaban en un caos ensordecedor. El suelo temblaba bajo los pasos pesados de los combatientes, y las garras afiladas chocaban con una violencia inquietante. Damien se movía con agilidad y destreza, luchando con una
Caminamos juntos, nuestros pasos eran sincronizados, hasta detenernos cerca de Damien, quien nos observaba con una mirada intensa que parecía leer cada uno de nuestros pensamientos. Arthur inclinó su cabeza hacia mí y susurró en mi oído, su voz era una mezcla de seriedad y broma. —Si quieres que lo mate, aún lo puedo hacer —dijo, y sentí una oleada de ternura invadiéndome. —Lo amo —respondí con firmeza, mi corazón palpitaba con fuerza mientras miraba a Damien, sintiendo que todo lo que deseaba estaba justo frente a mí. Arthur me acarició la mejilla con una suavidad que solo él sabía tener, sus dedos rozaban mi piel como una pluma que cae suavemente. Luego, con un gesto lleno de cariño, me dio un beso en la frente. —Te amo, mi pequeña hermana —murmuró antes de dirigir su mirada a Damien, su tono se endureció, pero no dejó de ser protector—. Maldito pulgoso, si la haces sufrir te mataré, pero si ella sangra, te haré sangrar el doble. Más te vale no hacerla llorar ni una sola vez por
Él observó mi reacción por un momento antes de hablar nuevamente. —Bueno, solo venía a decirte que he matado a Luna y destruido la tribu de cazadores. No volverán a molestarlos —hizo una pausa, su expresión era impenetrable en ese momento—. Y bueno... —¿Qué vas a hacer tú ahora? —pregunté, todavía intentando asimilar la noticia de mi embarazo mientras me centraba en sus palabras. —Restauraré el aquelarre de nuestros padres y rescataré a los brujos que viven en cautiverio —respondió con firmeza. Sus ojos brillaban con una intensidad inextinguible, como si una llama ardiera en su interior, alimentada por su misión. —¿Quieres que te ayude? —ofrecí con un toque de esperanza en mi voz, deseando ser parte de su causa—. Creo que podría hacerlo con mi poder... —No —dijo suavemente, negando con la cabeza—, prefiero tomarme mi tiempo. Además, eso me ayudará a distraerme mientras Emily crece... la extraño. Es irónico echar de menos nuestras discusiones, y cuánto me hacía enojar —añadió con
★ Aria. Estar rodeada de hombres lobos podría resultar aterrador para algunos, pero para mí era una experiencia fascinante. La idea de pertenecer a un lugar tan alucinante y lleno de magia me parecía increíblemente tentadora. Observaba a los lobos moverse con una gracia imponente y una fuerza latente, mientras sus ojos, resplandecientes con una inteligencia antigua y misteriosa, me miraban con intensidad. Podía sentir la energía vibrante en el aire. —¿Mi diosa se siente bien? —preguntó una de las madres de los cachorros con los que jugaba, al notar que de repente me había mareado. Sus ojos dorados, cálidos y llenos de genuina preocupación, se fijaron en mí. —Sí, pero no me llames diosa, mi nombre es Aria —respondí con una sonrisa suave, intentando calmar su inquietud. Ella asintió, y sus labios se curvaron en una sonrisa tranquila, aunque aún había un rastro de preocupación en su mirada. —Sí, señora Aria. Sonreí ante la formalidad, mientras un pensamiento fugaz cruzaba mi mente:
—Elegí el aquelarre por la reina y el rey. Ambos eran justos y amigables, gobernaban a los brujos con firmeza y benevolencia. Ella clamó por un hijo y le concedí tener a Arthur. Él era un niño que siempre sonreía, amable, protegía al más débil y siempre mostró un corazón puro. —¿Arthur? ¿Hablas del mismo brujo que ha matado a millones de hombres lobo? El mismo que engañó a Emily, la hizo confiarse y masacró casi toda su manada, el mismo que no hizo nada cuando la desterraron, y… —No lo juzgues tan rápidamente —interrumpió, con una tristeza profunda. —Tuvo que ver con sus propios ojos la muerte de todo lo que amaba. Vio a mamá y a papá morir, y tuvo que cuidar de una niña. Su corazón se endureció debido a la rebelión, pero en su interior aún existe ese joven que, a pesar de engatusar y enamorar a Emily, logró sentir algo más que dolor. No pudo acabar con ella porque la amaba, siendo un niño inseguro que no quería aceptar sus sentimientos por temor a ser débil, y también está el hombre
★ Damien Volkov Ver a Aria dormir se ha vuelto un placer inigualable. Sus hermosos mechones, que parecen hebras de seda, caen delicadamente sobre su cuerpo, enredándose suavemente entre las sábanas. La forma en que me abraza mientras duerme es única, siendo un cálido refugio en el que me pierdo. Le acaricié la mejilla con la punta de mis dedos, sintiendo la suavidad de su piel bajo mi contacto. Me incliné lentamente, tratando de no perturbar su sueño, y le dejé un beso tierno en la frente. Pensar que hace solo unas horas esta hermosa mujer estaba sobre mí, parece un sueño en sí mismo. Su pasión y deseo habían transformado la noche. —Te amo —le susurré, con mi voz en un murmullo. Ella se movió lentamente, acercando aún más su cuerpo al mío con un gesto involuntario que reflejaba su necesidad de cercanía. Suspiré profundamente, sintiendo cómo la paz y la satisfacción se apoderaban de mí, y la abracé con más fuerza, como si quisiera fundirme con ella en ese momento perfecto. Luego, in
Último capítulo