Edmond me persuade de tener sexo, pero, tengo claro que no puedo ser más íntima con él o podría tener acceso a los pensamientos que no creo poder bloquear durante mucho tiempo. Así que, salgo del baño huyendo de lo que deseo y me voy a preparar el desayuno, mientras Edmond se ducha.
Con ropa grande y poco reveladora, me encargo de preparar el desayuno, hasta que unos fuertes brazos rodean mi cuerpo, pegándome a un magnífico pecho que calienta todo en mí.— Huele bien, ¿Qué voy a comer? — pregunta Edmond como si no tuviera algo duro perforando mi espalda.— Edmond…— digo con la voz entrecortada y ronca.— Si llamas mi nombre así, tendré un orgasmo justo ahora y sería muy triste correrme sin estar en tu interior.— ¡Edmond! — digo escandalizada.Él me hace girar y me coloca sobre la isla de la coci