Haidar se recargó en su silla, observando a Marlene con desconfianza. Verla allí repentinamente, era como una tormenta inesperada que amenazaba con destrozar todo a su alrededor.
—Me parece un poco extraño que estés aquí, Marlene. Alguna razón oculta debes tener para aparecer en mi oficina después de tanto tiempo —escupió, entrecerrando los ojos.
Marlene, con una sonrisa que no llegaba a sus ojos, asintió lentamente. Luego, dejó escapar un suspiro sonoro, como si estuviera preparándose para lo que iba a decir.
—Por supuesto que tengo una razón para estar aquí, Haidar. Y tú pareces bastante urgido por saberla —se atrevió a decir en un tono bastante desafiante.
Haidar apretó los labios, claramente perdiendo la paciencia.
—Estoy bastante ocupado y no quiero perder el tiempo contigo. Así que deja de andarte por las ramas y ve directo al grano —solicitó, su voz cargada de exasperación.
Marlene inclinó ligeramente la cabeza, com