El trayecto es en silencio, pero bastante tenso. Lionel no deja de observar a su amigo de reojo, lo nota preocupado, está pasando por una agonía inexplicable, por eso agradece que no le dijera a Mirabella lo que siente por ella, porque de otra manera seguro estaría sufriendo así.
Llegan frente al edificio y Mateo casi se tira del carro para ir a ver a su mujer, necesita hablar con ella, saber qué es lo que le pasa, por qué se quiere ir, rogando que no sea por lo de las fotos. Entra al departamento y la imagen allí es desgarradora, se la encuentra sentada en el sofá viendo una película romántica, llorando y comiendo helado de chocolate.
—¡Vania, mi amor, ¿qué pasa?! —corre hacia ella y se arrodilla en frente, pero ella no quiere verlo, así que no reacciona de la mejor manera.
—¡No me digas amor! —le dice ella lanzándo