Capítulo 12

El salón principal estaba casi listo. El aroma a flores frescas y pan horneado flotaba en el aire, mientras las omegas iban de un lado a otro organizando los últimos detalles. Amaris, acomodando un ramo de peonías en la mesa principal, se volvió hacia Silvana, que revisaba todo con una expresión atenta.

—¿Cómo te sientes? —preguntó Amaris—. Debe ser agotador estar organizando todo esto estando tan cerca de tener a tu bebé.

Silvana la miró sorprendida por un instante, pero luego sonrió con dulzura.

—He tenido días peores —dijo con una risa ligera, llevándose la mano al vientre—. Pero sí, a veces me pesa un poco más de lo que quisiera.

Amaris bajó la mirada hacia su vientre redondeado.

—¿Te falta mucho?

—Unos dos meses, más o menos —respondió Silvana, su voz teñida de una mezcla de emoción y nerviosismo—. Ya quiero tenerlo en brazos… aunque también me aterra un poco.

Amaris sonrió de manera genuina, a pesar del nudo que sentía en el estómago.

—Supongo que es normal. Es un cambio enorme
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