Capítulo 25. Mis reglas.
Juliette Moreau
Fue un movimiento audaz sentarme justo a su lado. No digo que ponga nervioso a este hombre, no creo que sea capaz de eso todavía, pero sí que lo saco de sus casillas con facilidad.
Miro la hoja en blanco mientras él espera por mí, espera una respuesta de mi parte. Pero no puedo pensar bien, porque en mi cabeza solo se repiten sus palabras.
“Quiero poseerte en este lugar”.
Esa frase la repito una y otra vez, probando su peso, su intención y su verdad.
«¿Por qué lo dijo así con esa seguridad que no admite dudas? ¿Cree que se la voy a poner tan fácil? Y, sobre todo, ¿por qué cedió tan rápido después de lo que pasó hace un momento?».
Él llego aquí hoy en la mañana con la firme convicción de que yo accedería a la locura de contrato que él trajo. Llegó confiado, creyendo que yo accedería como mansa paloma.
«¿En qué cabeza cabe? ¡Oh! por supuesto, en la suya. ¿Y por qué ahora ha accedido tan rápido y ha puesto una hoja en blanco para mí, para que yo escriba lo que de