28. AMENAZA
Avril.
Los ojos de Monica palideció, me acuerdo que me llamaban cruel, despiadada, peligrosa; y loca, sin embargo, nunca creí que las palabras fueran capaces de medir la verdad que llevo adentro.
Me planté frente a ella con la máscara de calma que tanto me cuesta sostener.
—No sé a qué te refieres —dije por empezar—. Yo solo estaba apoyando a Sebastián; es la verdad, el niño debe estar con su padre. Además, te vas a casar. ¿Para qué quieres a Andrés contigo?
La miré con rabia. Puse la mano cerca de su vientre; ella se asustó, se sujetó instintivamente y su panza ya se notaba un poco más. Senti su temblor de miedo, y yo rabia por todo lo que me hizo antes.
—¿Y a ti qué te importa si me voy a casar? — espetó—. ¿Por qué no voy a tener derecho de mi hijo? Me quitaste al que venía en camino y ahora quieres quitarme el amor de mi Andrés.
—No dije lo contrario. Además el niño no quiere estar contigo.
La escuché y sonreí con malicia
—Estás muy equivocada, perrita —le dije—. No te imaginas lo