Un escalofrío me brotó desde lo más profundo del corazón, carcomiéndome poco a poco.
Todo mi cuerpo temblaba sin control.
¿Era realmente esto obra de la Diosa Luna?
No importaba cómo preparara el elixir, quien lo bebiera siempre terminaba sometiéndose a Valeria.
¿Acaso mi destino como Alejandra era ser falsamente acusada de ladrona y arrojada a un pozo de plata?
Aunque todo había cambiado respecto a mi vida anterior… no lograba escapar de ese mismo final.
¿En qué momento me había desviado?
Pensé hasta que la cabeza me dolió, pero aún así no encontraba la respuesta.
Justo entonces, alguien llamó a la puerta. Aturdida, fui a abrirla.
Allí estaba Valeria, de pie bajo la luz del sol. Vestía un traje de combate hecho a medida para la selección de Gamma.
Y en su cuello… colgaba un amuleto protector idéntico al que yo siempre llevaba conmigo.
Valeria me sonrió:
—Ale, mañana es el día de la selección Gamma. ¿Ya terminaste de preparar tu elixir?
Me quedé pálida al ver su amuleto, incapaz de pro