117. Otra venganza
No lo creería. No lo puede creer. Las palabras del fiscal resuenan una sola vez, sólo una vez para que por fin una ráfaga de indignación aparezca en su rostro.
—¿Juan Carlo? —Altagracia visualiza el camino hacia las celdas. Da un paso hacia esa dirección—. Necesito hablar con Santiago. Lléveme a su celda —Altagracia comienza a moverse—. ¡Ahora!
Al encontrarse nuevamente con Santiago, los ojos del muchacho están impávidos en los primeros segundos, pero momentos después la resignación lo envuelve. Santiago está sentado cuando Altagracia llega a su celda. Parece que lee sus gestos conmovidos porque se coloca de pie, sin perder su timidez.
—¿Qué fue lo que te envió hacer? —Altagracia suelta conteniendo la indignación de la traición—. ¿Qué te dijo que hicieras? ¿Qué me hicieras?
Santiago mueve la cabeza mirando hacia abajo, como si se le dificultara hablar frente a ella.
Altagracia toma los barrotes.
—¡Dime! —exige en un grito.
Santiago se sobrecoge.
—Me pidió días antes entrar a la hacien