104. No dejes que la incertidumbre nuble tu felicidad
Altagracia no ha dormido toda la noche, y tampoco le molesta. La sonrisa en su rostro se debe a la hermosura que está frente a ella.
Su bebé.
Sigue dormido. La mujer de la que habló Gerardo anoche vino con lo ella le había pedido. Fórmula y biberones para su hijo. Era la primera vez que alimentaba a su hijo y no puedo evitar llorar de la felicidad. Una felicidad fuera de lo común.
No quiso dormir por si Matías se levantaba, o necesitaba algo. Apenas cerró los ojos unos minutos. Y tampoco quiso molestar a Gerardo porque lo que escuchó de la mujer, Manuela, es que seguía en una reunión con Fernando.
Altagracia se acerca a las ventanas para abrir las cortinas. La tierna mañana le da la bienvenida con su cielo nítido. Acaba de salir de la ducha, y su nueva ropa está doblada en la cama. Manuela la trajo temprano.
Gerardo ha pedido qué se le atienda como si fuese la dueña de ésta casa. Todo su rostro hierve. Es imposible no ponerse nerviosa cuando está con él. Y más ahora.
Est