Capítulo 6

Al quedarse sola todo lo que Catherine pudo hacer fue abrazarse a su misma con fuerza, sintiendo un gran dolor en lo más profundo del alma por lo que había pasado. Le dolía la forma en que Thomas la trato y es que sabía que pretendía cumplir con su promesa y eso le aterraba. No solo por el dolor que le pudiera causar, sino porque en el fondo sabia que si no tenía cuidado podría causarle el daño más terrible de todos, el de un corazón roto. Estaba consciente de que por más que las circunstancias de su matrimonio hubieran sido terribles, no podía negar lo que su sola presencia había despertado en ella.

Por desgracia, era consciente de que él no sentía, ni jamás llegaría a sentir lo mismo; sino que, al contrario, solo le despreciaba. 

Intento que las lágrimas dejaran de fluir de sus ojos, tranquilizarse al menos un poco. Después de todo, sabía que el estar en ese estado no le haría ningún bien, no cuando su única opción era resistir. Debía soportar lo que sea que sucediera, pues conocía muy bien las consecuencias de no hacerlo.

Flashback

Una semana antes.

Su padre tenía de nueva cuenta una de sus famosas noches de cartas con los nobles, mismas en las que solían beber hasta perderse y que se alargaban muchas veces hasta el amanecer. Las risas, gritos y alboroto se escuchaban por toda la casa, impidiéndoles dormir; pero en esos momentos eso era lo de menos.

Lo que realmente le preocupaba de esas noches era lo que podía llegar a pasar en el estado en que se encontraban. Con eso en mente solía quedarse en la misma habitación que su hermana para cuidarla, para asegurarse de que nada malo le pudiera suceder. Lo había hecho de ese modo por varios años y esa noche no era la excepción.

            —No me siento bien —le dijo Harriet, justo cuando se encontraba apunto de meterse en la cama a su lado.

            —¿Qué te ocurre? —le cuestiono preocupada por ella.

            —No lo sé, tengo frio y me duele la cabeza —contesto con voz débil.

Catherine se le acerco enseguida, colocando una mano en su frente para sentir su temperatura y al hacerlo se dio cuenta de que tenía algo de fiebre.

            —Estas algo caliente, puede que tengas un resfriado —reconoció un tanto preocupada por eso.

            —Iré a la cocina, pediré que te preparen una infusión. Eso te ara sentir mejor —le dijo, dirigiéndose hacia la puerta.

            —No vallas, no hace falta. Estoy segura de que por la mañana me sentiré mucho mejor —afirmo, sin deseos de molestar a nadie y es que era bastante tarde ya.

            —O puede que amanezcas peor, iré por esa infusión —insistió, continuando con su camino.

            —Seguro que habrá alguien en la cocina, con este escándalo es imposible dormir. Intenta descansar un poco, regresare de inmediato—le dijo, tratando de parecer animada.

Apenas salió de la habitación, cerro la puerta con llave y es que era mejor estar segura de que nadie podría entrar. Se coloco en la muñeca la pequeña cadena a la que estaba sujeta la llave, junto al resto de las llaves de la casa y luego de tomar un par de bocanadas de aire para darse valor, comenzó a andar.

Se escabullo con cuidado hasta las escaleras de servicio, por las cuales bajo con cuidado de no hacer el menor ruido. Estaba consciente que de ese modo tendría que rodear prácticamente la casa para llegar a la cocina, pero también que era lo más seguro y es que evitaría del todo a los invitados de su padre. Aunque no por eso debía dejar de ser en extremo cuidadosa.

Al llegar a la planta baja, comenzó a andar en medio de las sombras. Todo estaba en calma o al menos fue así hasta que al pasar por las puetas dobles que daban al jardín trasero, vio algo que sin duda le sorprendió.

John, su padre, caminaba tras un hombre que andaba por el jardín de forma tambaleante. En un primer instante creyó que lo buscaba para que regresara a la mesa o que quizás tenían cosas de las que hablar, así que pretendió ocultarse hasta que se marcharan. 

Sin embargo, lo que paso fue algo muy diferente. De un momento a otro vio como su padre levantaba la mano, misma en la que sostenía una clase de trozo de madera de algún tipo y sin mas lo golpeo en la cabeza. El hombre cayó al piso, inconsciente en el mejor de los casos.

Al ver eso y sin que pudiera evitarlo, profirió una exclamación de sorpresa. Esta fue escuchada por su padre, quien enseguida dirigió la mirada hacia donde se encontraba escondida.

En ese momento intento correr, esconderse de él. Por desgracia, no fue lo suficientemente rápida y cuando se encontraba a punto de comenzar a subir las escaleras, sintió como una fuerte mano la detenía abruptamente. Al voltear se encontró con su padre, quien la veía con una mirada tan sombría y peligrosa que le paralizo justo en ese lugar. 

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