Capítulo202
Don Fernando habló con la voz temblorosa, mientras su corazón se llenaba de dolor. Aunque en su residencia tenía dos pinturas del ciruelo invernal, ver una obra auténtica tratada de esa manera era un insulto intolerable hacia el pintor y un desperdicio imperdonable hacia el arte.

Con las manos temblorosas, pidió que alguien lo ayudara a sostener una parte del pergamino mientras él sostenía la otra, juntando los fragmentos desgarrados. La pintura, en comparación con las que tenía en su colección, era aún mejor, pues el ciruelo parecía florecer con mayor esplendor.

Las flores del Cerro de los Cerezos no podían compararse con los ciruelos plantados en el jardín de cualquier residencia del reino.

Benito, al escuchar que se trataba de una obra auténtica de Santiago Bernotti, comprendió al instante lo que había sucedido. Sin decir nada, recorrió con la mirada los rostros de todos los presentes.

Don Fernando estaba al borde de las lágrimas. Sus labios temblaban sin cesar mientras murmuraba:

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