Conforme pasaban los días, Joseph intentaba acercarse cada vez más a Eileen, de manera paulatina.
Durante toda la primera semana, después de hablar con Mary no había podido dormir bien, pensando en todo lo que esta le había comentado.
Quería reconquistar a Eileen, ganarse por completo su corazón y su confianza, pero, siendo tan malo para las relaciones personales, no sabía cómo diablos hacerlo.
Por este motivo, no le quedó más remedio que acudir a la mujer que, no solo lo había cuidado y criado como una madre, sino que seguía ahí para aconsejarlo como cuando era un niño y, posteriormente, un adolescente.
—Mary, te juro por lo que más quiero, te juro por la vida de mis tres hijos que no sé cómo diablos acercarme a Eileen.
Suspiró, lleván