En la puerta del quirófano, Basilio me dio una palmadita en la cabeza, como para tranquilizarme. —Relájate en la cirugía, yo te espero afuera.
—Cuando salgas, vas a ser la novia más guapa del mundo.
No dije nada, solo lo miré en silencio.
Las puertas del quirófano se cerraron despacito, y el anestésico especial que me iban a poner quedó olvidado a un lado.
El Dr. Mateo estaba curando mis heridas con manos súper expertas, cada movimiento bien preciso.
Hasta juró por la Diosa de la Luna que no me iba a quedar ninguna cicatriz fea en la panza.
La curiosidad me picó. —Basilio te pidió que me quitaras el útero, pero no lo hiciste. ¿Cómo vas a explicar eso cuando termine la cirugía?
El Dr. Mateo levantó una sábana blanca que tenía a un lado. —Respetada Gamma, ya está todo listo.
—Este es el útero de una condenada a muerte, y trae un embrión de tres meses.
Levanté una ceja, y al instante se me ocurrió una idea loca. —¿Qué harías si en la boda él se entera de que alguna vez llevé en mi vi