Eiza enfrenta la traición y el abandono cuando su novio la deja al descubrir que está embarazada. En medio la desesperación, busca cualquier trabajo que le permita sostenerse, terminando como bailarina en una discoteca. Sin embargo, los ingresos no son suficientes para cubrir sus necesidades, y la presión económica la empuja a considerar opciones desesperadas. La vida de Eiza da un giro inesperado al conocer a Emir Rockefeller, un magnate arrogante y distante. A medida que sus caminos se entrelazan, Emir se convierte en una figura crucial tanto para ella como para su hijo, cambiando sus vidas de maneras que nunca imaginaron. —Desde este momento, te protejo a ti y a tu hijo, pequeña.
Leer más《EIZA 》
No estaba segura de estos resultados, caseros por lo que opté por hacerme un test de sangre. Mordí mis uñas nerviosa, entré al laboratorio y esperé a que el técnico me hiciera el examen correspondiente. Estaba preocupada; si estaba embarazada, mis padres me echarían de casa. Sé que Kadir se haría cargo porque me ama, pero ¿qué pasaría con mis estudios? Ni siquiera conozco a sus padres. Maldición, ¿y si usé preservativos y solo fallaron una vez?
—Señorita Eiza Montiel, ya tenemos listos sus resultados —sonrió la enfermera al entregarme el sobre blanco.
—Gracias —agradecí. Salí de la clínica con el corazón en la mano, subí rápidamente al metro y miré mi celular una y otra vez. Hace más de una hora llamé a Kadir, pero no respondió. Intenté otra vez sin éxito. Respiré profundo, liberando el aire atrapado en mi pecho.
Cuando bajé del metro, corrí directo a casa en la villa. Al entrar, saludé a mi madre, quien veía una telenovela.
—¿Qué sucede contigo? —preguntó, poniéndome nerviosa.
—¿A qué se refiere, mamá? —respondí apretando mi bolso.
—No importa, ve a tu habitación y haz lo que debes hacer, luego prepara la cena.
Asentí con la cabeza y entré en mi cuarto. Abrí el sobre, me persigné antes de leer y solté un suspiro. Leí el contenido y me quedé petrificada al ver lo que decía: “Examen de Gravidez positivo”.
Coloqué ambas manos en mi rostro, sin saber qué hacer. Marqué nuevamente a Kadir y esta vez contestó.
—Nena, ¿y esa insistencia? Estuve muy ocupado —espeta, soltando un bufido.
—Necesitamos hablar, es urgente. Nos vemos en el parque —digo con el corazón acelerado.
—Bien, nos vemos, nena. —responde, colgando sin esperar a que le hable.
Guardo el sobre en mi bolso y salgo hacia la cocina para preparar la cena antes de que llegue papá. Mientras cocino arroz y preparo el pollo, me pierdo en mis pensamientos. Apenas tengo dieciocho años, estoy en la universidad, mis padres me mantienen, mi primer y único novio es Kadir, pero mis padres no lo saben y si se enteran, me irá mal. No conozco a los padres de él, me preguntó como lo van a tomar, ojala acepten esta situación y mis padres igual.
—Eiza, se está quemando la cena —exclama mi madre, empujándome fuera de la cocina.
—Mamá, lo siento, es que la universidad me tiene ocupada.
Mamá niega con la cabeza, haciendo señas para que salga de la cocina, claramente molesta. Voy a mi habitación, sintiéndome angustiada y con ganas de llorar por la impotencia. ¿Qué haré ahora? Suspiro, me levanto de la silla. Me pongo unos pantalones ajustados y una camiseta de manga larga, luego me calzo los tenis. Sin decirle nada a mamá, salgo de la villa y me dirijo al parque para encontrarme con Kadir.
—¿Estás embarazada y qué puedo hacer? —preguntó irónicamente, pero negué con un gesto al quitarle el test.
—Hacerte cargo de esta situación en la que ambos metimos la pata. —Kadir río burlón. —¿Qué te causa tanta gracia?
—Tú metiste la pata, no yo. Resuélvelo con un aborto, ¿por qué demonios no te cuidaste?
Lo miré sorprendida.
—¡¿Cómo puedes decirme eso?! Lo hicimos los dos—. Kadir negó molesto, arrugue el sobre entre mis manos. Mis lágrimas empezaron a fluir; pensé que me apoyaría, pero ahora me da la espalda.
—¡Qué estúpida! ¿Cómo pudiste ser tan tonta de no cuidarte?—. Colocó su dedo índice en mi sien y me apuntó molesto. —Ve a un hospital y abórtalo. Aquí tienes dinero para eso. Cuando lo hayas hecho, búscame— Saco su billete y me entregó el dinero bruscamente.
Apreté los puños y lo golpeé en la mejilla. Sin ver lo venir, él hizo lo mismo, y solté un gemido de dolor cuando su puño impactó en mi mejilla.
—Eres un imbécil, poco hombre. No pensé que fueras así.
—Estás loca. Apenas tengo diecinueve años y quieres que me haga cargo de tus problemas. No, nena, ni siquiera pienses eso. Espero que abortes—. Dicho eso, se fue, dejándome abandonada con mi problema.
Lloré amargamente, mientras sentía mi corazón latir con fuerza. Trato de no alterarme por mi condición. Voy hacia mi casa, y al entrar, mamá está enojada porque salí sin decirle nada.
—¿Por qué haces lo que quieres en esta casa? Tu padre está molesto contigo. ¿Y qué es ese golpe?—. Mamá se me acercó y sujetó mi mejilla. Mis lágrimas no paraban.
—Mamá, me caí cuando bajé del metro y me golpeé con un tubo. Estaba haciendo una tarea—. Respondí tartamudeando.
—Las tareas se hacen en la universidad. Que sea la última vez que haces lo que quieres—. Papá apareció airado, fulminándome con la mirada—. Al parecer eres una torpe, igual a tu madre, tal para cual. No entiendo cómo no te fijas por dónde caminas—. Mencionó, sentándose en el sofá.
—No soy torpe, Padre—. Refuté dirigiéndome a mi habitación. Mamá empezó a regañarme por mi actitud.
Me tiré sobre la cama y me puse a llorar amargamente por lo que me estaba sucediendo. Qué tonta e ilusa fui al no cuidarme y lo peor es que solo fueron dos veces, pero me confié. Kadir es un maldito imbécil.
《Una semana después》
Había pasado una semana. Casi no salí después de ver que mi rostro tenía ese pequeño moretón. No fui a la universidad, pero no podía seguir así, por lo que ahora me estoy preparando. Solté un bufido de indignación. Desde aquella vez, no he hablado con Kadir, ni tampoco me ha llamado.
—¿Crees que le importas?—. Susurró mi voz interior. Negando, seguí alistándome.
Me puse un pantalón holgado y una blusa de botones, junto con mis tenis. Me maquillé un poco para no verme tan pálida y tapar esas ojeras. Me miré en el espejo, observando mi reflejo. Me veía más delgada de lo normal, con mis ojos verdes apagados.
Al salir mamá, ni siquiera me saludó. Encogí los hombros y me dirigí a la universidad.
Al llegar, me encontré con Lucía. Le pregunté si sabía la dirección de Kadir. Aunque me miró confundida, me la dio. Un rato después, vi a mi supuesto novio de la mano con una compañera de clase.
—Lo siento, Eiza, pero Kadir te engañaba todo el tiempo con Minerva —me dijo Lucía. Sentí un fuerte dolor en el pecho, era increíble. Caminé hacia él y lo intercepté. Minerva frunció el ceño y él me miró con arrogancia.
—Eres increíble. Me estabas engañando con ella y ahora caminas de la mano… —le dije con voz firme.
—Nena, ve al aula. Le dejaré claro a esta lo nuestro.
¿Por qué sigo aquí, humillándome?
—No es necesario. Ya vi la clase de escoria que eres. Hablaré con tus padres sobre mi embarazo.
—Estás loca. Mis padres ni siquiera saben quién eres. No pierdas el tiempo. Contigo me cuidé. A saber de quién te has embarazado y quieres hacerme creer que soy el padre…
Reí con burla ante su osadía.
—Te recuerdo que fuiste el único. No tiene caso seguir hablando contigo.
—Así es y no vayas a mi casa. Saldrás perdiendo— Replico enojado.
Salí del campus. Lo vi acercarse a su nueva novia. No importa si me rebajo, pero tendré que decirles a los padres de Kadir que estoy embarazada de su hijo.
Eleazar.Me encontraba con Alyla, mi novia, disfrutando de la vida en uno de esos momentos que parecen sacados de un sueño. Nos habíamos embarcado en un yate que contraté para pasar un tiempo juntos, lejos de todo, solo para nosotros. La isla, cerca de Milán, brillaba con la luz del sol y reflejaba una calma especial. Era como si el mundo hubiera decidido detenerse solo para nosotros.Nos sentíamos conectados, felices y libres. El agua de la piscina dentro del yate reflejaba el cielo azul, y entre risas, abrazos y besos, nos sumergimos en ella, disfrutando del momento. Los dos sabíamos que este viaje no solo era una escapada, sino una oportunidad para conocernos más, para afianzar lo que sentíamos el uno por el otro. Me encontraba pensando en los pasos que podríamos dar en el futuro, quizás un matrimonio, una vida juntos... Realmente amaba a Alyla. Lo sentía en cada fibra de mi ser. Y lo mejor era que parecía que ella sentía lo mismo. No había duda de que lo nuestro era algo real.Al
Eleazar.Finalmente, el día había llegado. Estaba más que emocionado, pero no voy a mentir, también me sentía un poco nervioso. Hoy iba a presentar a Ayla, mi novia, a mis padres, y ella haría lo mismo con los suyos. Mientras me vestía, me miraba en el espejo, y no podía negar la felicidad que se reflejaba en mi rostro. Había esperado este momento por semanas, me había preparado mentalmente una y otra vez, repasando cómo iría todo. Ajusté mi pajarita y me puse el reloj que me había regalado mi abuelo; siempre me hacía sentir seguro. Un último vistazo a mis zapatillas brillantes, una gota de perfume, y estaba listo.Al bajar al salón, ahí estaban mis padres y mis dos hermanas. Mi madre, tan hermosa como siempre, con esos ojos verdes que siempre reflejan todo el amor que siente por nosotros, me sonrió y me apretó la mano. Sentí el apoyo de ella de inmediato, como si me dijera sin palabras que todo iba a salir bien. Mi padre, siempre más serio, también me dio un apretón firme en el hombr
Veinte años después.EleazarVer a mis padres juntos ya más de veinte años de casados era algo que me llenaba de orgullo. Espero un día poder llegar Así junto al amor de mi vida. Sonreí feliz.Los veía felices, disfrutando de la compañía del otro, mientras mi hermana Aitiana ya toda una adolescente, estaba en plena etapa de querer un noviazgos y aventuras. Mi otra hermana menor Alessia aunque más centrada en sus estudios, no dejaba de ser motivo de mis celos protectores. No soportaba la idea de que algún chico en el colegio se acercara a ella.Bajé al salón esa mañana y encontré a mis padres viendo una película. Mamá me saludó con un cálido—Buenos días—y papá hizo lo mismo. Me dirigí hacia ellos y pregunté:—¿Y Aitiana? —Creo que está en el jardín con su hermanita —respondió mi madre. —¿No vas a ir a la empresa hoy? —preguntó mi padre. —Sí, tengo una reunión importante con los accionistas. Además, quiero presentarles a alguien —contesté, con cierto tono misterioso.Mamá levantó
Mi esposo lentamente me desvistió y me dejó sobre la cama sus manos empezaron a tocar mi cuerpo y sentía como se me erizaba la piel de este momento tan agradable, cada toque provocaba vibraciones en mi cuerpo, me sentía demasiado excitada por sus toques por sus besos. Besó mi cuello bajó hasta mi ombligo y empezó a murmurar cositas cerca de mi vientre.—Perdóname bebé pero este momento va a ser único estaba muriendo por estar con tu mami. Así que lo siento, quédate ahí tranquilo—Reí por sus ocurrencias.—Si que eres chistoso— le dije burlona.—Tranquila mi amor es para que nuestro bebé no se siente incómodo cuando estemos haciendo el amor, es que es la primera vez que vamos a hacerlo mientras estás embarazada—Expreso pero luego quedo pensativo.—No es cierto No es la primera vez....—Es verdad, cuando estabas embarazada de Eleazar, te acuerdas cuando nos conocimos y que tenias bien ocultado lo de tu embarazo, mientras bailabas en ese club de Berenice. Lo hicimos varias veces.Sonreí pe
EizaLos obstáculos de la vida me han enseñado a valorar lo más preciado en el mundo: la familia. Hoy, mi sonrisa se ensancha al ver a mi hijo, rodeado de nuestros seres queridos en su cumpleaños. La euforia inunda el ambiente. Amigos que he encontrado en este camino, personas maravillosas que me han apoyado, se han reunido para celebrar. Entre ellos, el señor Isaac Orlov, a quien he llegado a considerar un buen amigo, y la señora Gloria, la fotógrafa que ha capturado cada momento especial. Mis compañeras, Guadalupe y otras, también están aquí. La felicidad es contagiosa.Me acerco a Savanna, la mejor CEO que conoci y que gracias qué a ella logre. triunfar en el mundo de la moda y ahora tenia mi propia Agencia. Ella sostiene en brazos a una niña, hija de la hermana de su esposo, la señorita Mei. El ambiente es una mezcla de risas y emociones, y no puedo evitar sentirme agradecida por este instante. Mi hijo, con toda su energía, se acerca a la piñata. Se nota que es solo un niño; le cu
EmirMiré su cuerpo inmóvil por la ventanilla, pude evitar que las lágrimas rodaran por mis mejillas. A pesar de todo, Erin seguía siendo mi hermana. Me dolía profundamente, no solo por su estado, sino por el camino que había elegido, cegada por la ambición y la influencia de Osvaldo. Mamá estaba destrozada, llorando sin consuelo, mientras Pablo trataba de abrazarla, pero incluso él sabía que sus brazos no podían detener el dolor que sentía.El médico salió de la sala de UCI con una mirada seria. —Lo lamento mucho— dijo. —La puñalada que recibió afectó órganos vitales y perdió demasiada sangre. No pudo resistir la operación—. Escuchar esas palabras hizo que una fría realidad se asentara en mi pecho. Todo había terminado.Nos acercamos a ella. Su mano estaba helada cuando la sostuve, y me dolía ver lo frágil que se veía. Mamá le dio un beso en la frente, con una ternura que solo una madre puede mostrar, antes de salir, dejándome solo con mi hermana. Me quedé mirando su rostro por un mo
Último capítulo