56. las últimas marcas
El tiempo es realmente relativo. En algunos momentos, los segundos pasan demasiado rápido; en otros, parecen durar una eternidad.
Especialmente cuando una frase como “no es lo que piensas” puede decirse en dos segundos y cambiarte toda la vida.
No puedo arriesgarme a que esa frase se diga ahora.
“Contrólate”, me ordeno mentalmente, dando un paso adelante.
—James, ¿vas a quedarte ahí parado mientras tu hija está en el suelo? —pregunto, usando el tono irónico que tanto detesta—. Y luego soy yo el insensible.
James pone los ojos en blanco y finalmente se agacha para ayudar a Mia. Aprovecho que está de espaldas para captar su atención. “Tranquila, todo está bien”, gesticulo con la boca, sin emitir sonido.
Ella parpadea varias veces, aún tensa, pero su rostro se suaviza un poco al entender el mensaje.
—¿Estás bien? —pregunta James, poniendo una mano en su espalda. Mia asiente, arreglándose el cabello con las manos todavía temblorosas.
—Sí —murmura, mirándome antes de empezar a recoger los