—¿Qué te pasa? Chica, necesitas acostarte con alguien. Has estado muy tensa. ¿Es esa época del mes? ¿Está la tía Flo de visita, semana del tiburón? ¿Necesito lanzarte chocolate y vino? —Le golpeé en el pecho mientras se reía.
—Imbécil, no, estoy bien —miré a la mujer que le estaba lanzando ojitos de "ven a la cama" y sonreí con malicia—. Además, pareces un poco tenso, Guadaña. Tal vez, eres tú quien necesita acostarse con alguien. Creo que esa pelirroja de tetas grandes está interesada. —Le dije, señalando hacia la mujer.
Él siguió mi mirada y le dio su sonrisa derrite-bragas.
—Voy a por ella. Deséame suerte. —Dijo mientras se daba la vuelta y yo le daba una palmada en el trasero.
—Ve por ellas, Casanova. —Le dije.
Me sonrió por encima del hombro guiñándome un ojo, antes de lanzarme un beso al que respondí con el dedo medio mientras bebía mi trago.
Bien, hora de mantener vivo a ese hombre. Él no lo sabía, y quería que siguiera así.
Conocía su rutina al dedillo. Ahora mismo estaba en