—Bienvenida Doña Angie. Estaré observando y espero grandes cosas de ti —dijo ella, y yo asentí ante sus palabras.
—Ahora, vamos. Tu hombre está ansioso por verte —añadió justo cuando Rebel entró en la habitación con un vestido similar al mío, pero sin la abertura. Se veía impresionante. Llevaba el pelo recogido con pequeños rizos y sostenía una canasta llena de pétalos de rosas rojas y blancas.
—Mami, pareces una reina —dijo, y yo me reí mientras ella abrazaba mi vientre.
—Tú también, mi niña. ¿Estamos listas? —pregunté, y ella asintió. Alcé la vista y vi a mi padre de pie en la puerta, guapísimo con su traje y una sonrisa en el rostro.
—Te ves absolutamente deslumbrante. Mi niña se va a casar —dijo mientras me abrazaba, y una vez más luché contra las lágrimas.
—Ya, Antonio, le vas a arruinar el maquillaje —intervino Alessa, y él se apartó antes de ofrecerme su brazo. Lo tomé mientras todos salíamos de la habitación. Me ayudó a bajar las escaleras y a dirigirme hacia el jardín trasero.