Capítulo 18

Alejandro

El sol apenas empezaba a filtrarse por las persianas de mi oficina cuando su nombre invadió mi mente de la manera más intrusiva posible: Catalina. Aún hoy, años después, esa mujer seguía siendo una tormenta en calma, un recuerdo que se negaba a morir. Y no solo porque nos habíamos separado en malos términos, sino porque su sombra amenazaba con oscurecer el frágil refugio que había encontrado junto a Isabella.

La primera vez que su nombre apareció de nuevo en mi vida fue un mensaje de texto anónimo, tan frío y calculador como ella. Solo dos palabras: "Estamos observando". No necesité más para saber que era un aviso, una amenaza envuelta en misterio que me obligó a estar alerta. Sin duda no hay nada peor que creer que has dejado el pasado enterrado, pero que parece renacer de pronto y amenaza con destruir todo tu presente.

Pensé en Isabella. Ella no tenía idea de quién era Catalina, ni de los fantasmas que yo arrastraba. Mi relación con Isabella era un escape, una luz en medio
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