Elena Márquez no pudo evitar una punzada de decepción al oír la respuesta de Mateo.
«¡Qué considerada ni qué nada!»
«Claramente tiene otras intenciones.»
Elena volteó a ver al médico a su lado, pensando en él y en esa Regina…
—Doctor Solís, ¿y qué tal cocina la señorita Morales?
Gabriel observó los dos termos con una expresión que denotaba fastidio.
—Normal.
—¿Y a usted le gustan las mujeres que saben cocinar?
A Elena no le gustaba cocinar, pero si a Gabriel le agradara, ella estaría dispuesta a aprender. ¡No iba a dejarse vencer por esa Regina!
Gabriel la miró de reojo.
—No creo que valga la pena perder el tiempo en esas cosas.
Elena sintió un gran alivio y sonrió, mostrando su acuerdo.
—Totalmente de acuerdo. Con ese tiempo, prefiero publicar más artículos académicos, es mucho más valioso.
Gabriel emitió un ligero “ajá”.
...
Cuando Regina llegó a casa después del trabajo, calentó en el microondas el guisado que había sobrado para cenar algo rápido.
Mientras comía, sonó el timbre.
Se