Era como cuando se divorció de ella por Mónica; después de pasar un año con la otra, ahora volvía a buscarla. No iba a caer en eso otra vez.
De pronto, el gruñido de su estómago interrumpió el momento.
—Voy a preparar algo de cenar. Ponte a ver la tele un rato.
Gabriel la dejó en el sofá. Le encendió la televisión y entró a la cocina con las bolsas. Al poco rato, se escuchó el sonido de la estufa al encenderse.
En la televisión pasaban un programa de concursos, pero Regina se quedó sentada en el sofá, con la mirada perdida. Los sonidos que llegaban desde la cocina evocaron los días que habían vivido juntos, y cada recuerdo del pasado la asfixiaba.
Poco después, él terminó de cocinar y sirvió la cena en la mesa. La televisión seguía en el mismo canal que él había puesto.
Regina permanecía inmóvil.
—Come. Ya después la ves.
Él se acercó y apagó el televisor.
Ella lo observó con los ojos enrojecidos e indiferentes. Al intentar levantarse, sintió un mareo y su rodilla se golpeó con fuerza