Solo cuando se sentó en el sofá, Andrea se atrevió a preguntar.
—¿Qué tienes?
Los labios de Regina se movieron, pero antes de que pudiera emitir sonido alguno, su amiga la interrumpió.
—Si no me dices, me voy a enojar en serio.
Regina sentía la cabeza pesada, llena con los ecos de todos aquellos insultos. Era una carga, una herramienta, su madre en realidad no la quería, nunca debió haber nacido.
—Ya se estrenó la película de Mónica.
Habló con la voz rota, y las lágrimas volvieron a brotar sin control. Andrea sabía que Mónica estaba haciendo una película; de hecho, fue ella misma quien le llevó el guion a Regina para que lo leyera. Pero con tanto trabajo, nunca tuvo tiempo de revisar el contenido. Ahora, al ver la reacción de su amiga y recordar el título, pudo adivinarlo.
—No me digas que es sobre ella y Gabriel…
Regina mostró su desacuerdo con una mueca y dijo entre sollozos:
—Es sobre mi mamá. Sobre ella, Arturo y Mariana… En la película la destrozaron, Andrea. Todo el mundo la está