Al otro lado de la línea, su voz sonaba histérica, rota por el llanto. Gabriel arrugó la frente. Al darse cuenta de lo que pasaba, su expresión se tensó y estuvo a punto de responder.
—¡No quiero volver a verte en mi vida!
La llamada se cortó.
Intentó llamar de nuevo para explicarse, pero solo escuchó la voz robótica de la operadora: «El número que usted marcó se encuentra apagado o fuera del área de servicio. Por favor, intente más tarde».
Gabriel llamó a Andrés. Le contestaron al momento.
—¿Qué pasó?
—¿Autorizaste que se estrenara la película de Mónica?
—Sí, ya se estrenó. Le invertí decenas de millones de dólares, y como soy un hombre de negocios, necesito que esa inversión me genere ganancias…
Gabriel mostró su enfado.
—Te dije que yo te iba a reponer ese dinero.
—¿Y para qué quiero tu dinero?
Andrés se rio con burla.
—No te creas tan importante. Por lo general te sigo la corriente porque te considero mi amigo, pero en este momento ya no lo eres. Para mí, no vales nada. Y todo lo q