Al no escuchar respuesta, la voz al otro lado insistió.—Estoy junto a los elevadores. Si ya te vas, te puedo llevar.
Solo al escuchar esa voz masculina, profunda y rica como las notas de un violonchelo, Regina Morales tuvo la certeza de que no era su imaginación. Era la mismísima voz de Gabriel. Él la había llamado.
—Estoy en el Hotel Palacio del Sol…
—Lo sé.
¡Lo sabía!
Entonces, cuando dijo “elevadores”, ¿se refería a…?
Una posibilidad increíble surgió en la mente de Regina. Le costaba creerlo; después de todo, Gabriel la había rechazado apenas anteayer, ¡incluso le dijo que tenía planes para esa noche!
—¿Tú también estás aquí?
—Ajá —confirmó él con un murmullo, y preguntó de inmediato—: ¿Ya te vas?
—Sí, ya me voy. ¡Voy para allá ahora mismo!
Regina, emocionada, colgó el teléfono y anunció con una sonrisa:
—¡Vino mi novio a recogerme!
Tomó su celular y apuró el paso hacia la salida.
...
Héctor esperaba el elevador en la planta baja.
Cuando las puertas se abrieron, estuvo a punto de en