—¡Nos corres solo para defenderlos a ellos!
Aurelio estaba furioso.
—Mamá, Gabriel también tuvo la culpa…
Silvia le dio un pellizco a su esposo y le lanzó una mirada para que se callara.
—Claro, claro. Ustedes son la única familia que importa. Mi hijo y yo sobramos aquí —hizo una pausa, mirando a su hermano y a su sobrino con desprecio—. Ya veremos. A ver cuánto les dura el gusto. ¡Hijo, vámonos!
Eduardo lo siguió, resentido por lo sucedido.
La abuela de Gabriel suspiró mientras veía a su hijo mayor marcharse. En cuanto se dio la vuelta, su cara se iluminó con una sonrisa afectuosa.
—Regi, ¿tienes hambre, mi niña? Ya di la orden de que sirvan la cena. ¡Vamos al comedor!
La señora se levantó y Silvia se apresuró a ayudarla a caminar. Regina las siguió.
—¡Ven conmigo!
Gabriel siguió a su padre escaleras arriba.
Regina se sintió un poco preocupada.
Silvia le sonrió con dulzura.
—Regi, no te preocupes por ellos. Vamos a cenar primero.
Asintió con un suave "mm" y apartó la mirada.
La cena e