—¿Qué crees que estás haciendo?
Aurelio se levantó de un salto del sofá, furioso.
—Vaya, veo que todavía te duele.
A pesar de estar en el suelo, su primo sonrió con malicia, en un tono provocador.
—Pero la verdad no me imaginé que estuvieras tan clavado con Mónica. Tantos años solo y al final, ¡te casas con su hermana!
Regina palideció.
Gabriel lo agarró de nuevo por el cuello de la camisa y le dio un puñetazo. Tras el primer golpe, siguió un segundo, y luego otro. Cada uno con una fuerza intimidante, se oía el crujido de los huesos al chocar. Lo golpeaba como si quisiera matarlo.
Aurelio se enfureció.
—¡Ya basta! ¡Detente!
Ricardo corrió a detener a su hijo.
Regina se levantó y también intentó sujetarle la mano.
—Por favor, ya no le pegues.
Pero él, fuera de sí, no se percató de ella. La fuerza de su movimiento fue tal que la empujó.
—¡Regi!
Silvia, que se había levantado al mismo tiempo que su nuera, estaba justo a su lado. Reaccionó rápido y logró sostenerla antes de que cayera.
Al