Al despertar a la mañana siguiente, no sentía ninguna molestia y se había recuperado bastante bien. El único problema era que la toalla sanitaria había tenido un accidente y manchado las sábanas. Regina se sintió muy apenada y corrió a ponerse ropa limpia y una toalla nueva.
Tenía la intención de lavar las sábanas, pero al ver la hora, temió que Gabriel la estuviera esperando afuera, así que decidió salir primero.
No había nadie en la sala, ni desayuno sobre la mesa.
«¿Habrá salido a comprar el desayuno o ya se habrá ido?»
Si se hubiera ido, seguro le habría mandado un mensaje.
Regina revisó su celular, pero no tenía notificaciones, ni un mensaje o una llamada perdida.
«De seguro fue a comprar el desayuno.»
Se sirvió un vaso de agua tibia y se sentó en el sofá de la sala a esperar.
Estaba de muy buen humor.
En ese momento, escuchó que la puerta principal se abría.
Pensando que era él quien regresaba, dejó el vaso y se levantó para recibirlo.
Pero quien entró fue una mujer.
Silvia había