Capítulo XXIV

                                XXIV

—¿Qué mierda le pasa? —gritó Ricardo, y salió corriendo a toda velocidad hacia el lugar del accidente. Llegó con brusquedad y empujó a Manuel hacia el suelo. Miró al arroyo, y al no ver a su pequeña hermana, decidió correr detrás de los otros mocosos, quienes ya iban muy lejos. Juan hizo lo mismo, pero hubo alguien que no corrió y tampoco se asustó. El único que mantuvo cierta calma para todo su beneficio fue Julio. Se acercó hasta Manuel para mostrarle una sonrisa chueca y taimada.

—No entendiste la vez pasada ¿verdad, pendejo? —bufó, y le dio una patada en los huevos mientras este estaba tendido sobre el suelo. El pequeño mierdero lanzó un aullido agudo y a su vez comenzó a revolcarse de un lado a otro. Fue reconfortante ser el causante de aquel dolor, y vaya que se sintió mucho mejor.

Se inclinó, y su

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