Capítulo XXIII

                                XXIII

Después de lo ocurrido el día anterior, Manuel creyó que lo más conveniente sería quedarse en casa, pero cuando salió a orinar, vio que Fernanda y Andrea caminaban cerca, por lo que se vio obligado a guardar su pequeño pene lo más rápido que pudo, esto ocasionó que sus manos se mojaran de pipí. Luego salió corriendo hacia ellas.

Luego del consejo de su padre, Manuel veía urgente contarle a Fernanda lo que sentía por ella. A pesar de que iba Andrea a su lado, no se intimidó ni acobardó, al contrario, esto generó más confianza, ya que sería una buena oportunidad. Jugarían y hablarían juntos, y cuando Andrea los dejara para ir a su casa a comer, tomar agua o hacer pipí, Manuel diría a Fernanda que le gustaba. Incluso podría decirlo frente a Andrea en caso de que no encontrara otra oportunidad.

Se apresuró,

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