Capítulo 58
Salvia

Los primeros rayos del amanecer se filtraban por mi ventana mientras me estiraba lánguidamente, con cada músculo agradablemente adolorido de formas que nunca creí posibles. La cama a mi lado estaba vacía, pero aún conservaba el calor, con el aroma de Carlos a pino y viento invernal impregnado en las almohadas. Se quedó toda la noche entonces, abrazándome mientras me sumergía en el sueño.

Mis mejillas se encendieron al recordar todo lo que hicimos, las formas en que me tocó y los lugares que besó. Jamás imaginé que existiera tal placer, nunca pensé que una persona pudiera hacerle sentir tanto a otra. En Espina Negra, las parejas eran discretas y nadie discutía temas tan íntimos con una omega sin lobo.

Pero Carlos... me mostró cosas que ni siquiera sabía que deseaba. Hizo que mi cuerpo cantara con sensaciones para las que no tenía palabras. Incluso ahora, mi piel hormigueaba al recordar sus toques reverentes, la manera en que susurraba "cariñito" contra mi piel, como una plegaria.
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