Elena, una joven fascinada por lo sobrenatural, decide explorar el misterioso bosque de Vailia, un lugar envuelto en leyendas oscuras y secretos ancestrales. Tras un encuentro aterrador con un hombre lobo, es rescatada por Lucian, un lobo alfa que sigue las indicaciones de la luna para protegerla. Sin embargo, Elena descubre que su destino está entrelazado con el del bosque y sus habitantes de formas que nunca imaginó. En un viaje que atraviesa el tiempo, Lucian debe recuperar su poder y propósito, enfrentándose a desafíos que ponen a prueba su fe y fuerza interior. En el pasado, un bosque lleno de criaturas mitológicas y un mundo sin explorar, Lucian y Elena se encuentran en una lucha contra un antiguo mal y una guerra entre manadas. Mientras Lucian batalla con su propia naturaleza salvaje y sus crecientes sentimientos por Elena, ella debe desentrañar los secretos de su verdadera identidad y la maldición que lleva. Unidos por el destino, pero separados por sus propios desafíos, deben encontrar la manera de restaurar el equilibrio del bosque y romper la maldición antes de que el tiempo se agote. "El Bosque de Vailia" es una historia de amor, magia, y redención, donde lo sobrenatural y lo humano se entrelazan en una danza peligrosa. Sumérgete en un mundo donde los mitos cobran vida y descubre si el poder del amor puede realmente superar todas las barreras.
Leer másElena siempre había tenido una curiosidad insaciable por los temas sobrenaturales. Historias de fantasmas, vampiros y criaturas de la noche llenaban sus noches de lectura, pero ninguna había capturado tanto su imaginación como los rumores de extraños sucesos en el bosque de Vailia. Decidida a descubrir la verdad por sí misma, se embarcó en un viaje al pequeño y misterioso pueblo.
El denso bosque que rodeaba Vailia tenía una atmósfera inquietante. Al cruzar la línea de árboles, Elena sintió un escalofrío recorrer su espalda, como si su propio cuerpo le advirtiera que no debía adentrarse en ese lugar. Sin embargo, su determinación era más fuerte que cualquier temor. Avanzó con paso firme, absorbiendo cada susurro del viento y cada crujido de las ramas bajo sus pies.
Tras solo diez minutos en el bosque, la sensación de ser observada se hizo imposible de ignorar. Un par de ojos invisibles seguían cada uno de sus movimientos. Elena aceleró el paso, su corazón latiendo con fuerza. Lo que no sabía era que estaba siendo perseguida por un hombre lobo. Lucian, el enigmático alfa de su manada, había percibido su presencia y se apresuraba hacia ella, intuyendo el peligro inminente.
En un abrir y cerrar de ojos, otro lobo de la manada rival emergió de entre los árboles, listo para atacar. Elena, al ver la formidable criatura, entró en pánico y corrió desesperada, pero su huida fue breve. Tropezó con la raíz de un árbol y cayó al suelo, perdiendo el conocimiento al instante.
Lucian, con su velocidad sobrehumana, llegó justo a tiempo. Se interpuso entre Elena y el lobo rival, desatando un feroz rugido que resonó en el bosque. A pesar de la ferocidad de sus instintos, Lucian tenía un código: los humanos no debían ser dañados. Con un movimiento rápido y decisivo, ahuyentó al lobo rival, protegiendo a Elena de un destino fatal.
Mientras la oscuridad de la noche envolvía el bosque, Lucian se inclinó sobre el cuerpo inconsciente de Elena, su mente llena de preguntas. ¿Quién era esta mujer que se había adentrado tan imprudentemente en su territorio? Y más importante aún, ¿qué significaría su llegada para el delicado equilibrio entre los humanos y los seres sobrenaturales de Vailia?
Con cuidado, levantó a Elena y se la llevó a un lugar seguro, sin saber que este encuentro fortuito sería solo el comienzo de una historia de amor y peligro que cambiaría sus vidas para siempre.
Elena abrió los ojos lentamente, parpadeando contra la luz tenue que llenaba la habitación. Se encontraba en una cama cómoda, pero no reconocía el entorno. Confundida, se incorporó con esfuerzo, su mente luchando por entender cómo había llegado allí. Una oleada de dolor atravesó su cabeza, recordándole el momento en que había caído en el bosque.
La puerta de la habitación se abrió con un suave chirrido, y un hombre de mediana edad, con una expresión amable pero preocupada, entró. Vestía el uniforme del hotel, lo que delataba su posición como gerente. —Buenos días, señorita. ¿Cómo se siente? —preguntó con suavidad. —Confundida —respondió Elena, frotándose las sienes—. ¿Cómo llegué aquí? El gerente le explicó que un oficial de policía la había encontrado tirada cerca de la entrada del bosque y la había traído de vuelta al hotel. Al parecer, había perdido el conocimiento y había sido llevada a su habitación para descansar y recuperarse. Agradeciendo la información, Elena se vistió rápidamente y salió del hotel, ansiosa por encontrar al policía que la había rescatado. En la calle principal del pequeño pueblo, se encontró con un oficial uniformado que la observaba con interés. —¿Usted es el oficial que me encontró? —preguntó Elena, acercándose. —Sí, señorita —respondió el oficial, con una sonrisa tranquilizadora—. Me alegra ver que está bien. Tuvo suerte de que la encontrara, pero debo advertirle que no debería entrar a ese bosque. Elena asintió, pero su curiosidad no podía ser contenida. —Ya entré en el bosque —dijo, recordando fragmentos de su experiencia—. Pero vi algo… algo que me asustó. Salí corriendo y luego no recuerdo nada. El oficial la miró con seriedad, su rostro perdiendo la sonrisa. —El bosque de Vailia no es un lugar para andar sola, especialmente de noche. Hay historias, cosas que no podemos explicar. Mi consejo es que se mantenga alejada. Aunque agradecida por su advertencia, Elena no podía ignorar el impulso de descubrir más. La visión del lobo, la sensación de ser observada, y la figura de Lucian seguían frescas en su mente. Decidida a desentrañar los misterios del bosque, sabía que tendría que proceder con más cautela, pero también con mayor determinación. —Gracias por el consejo, oficial —dijo, forzando una sonrisa—. Tendré cuidado. El oficial asintió y se alejó, dejándola sola con sus pensamientos. Elena sabía que debía prepararse mejor antes de aventurarse nuevamente en el bosque. Decidida, se dirigió a la biblioteca local, esperando encontrar cualquier información que pudiera arrojar luz sobre los secretos de Vailia y las extrañas criaturas que acechaban en sus sombras. Mientras caminaba, no pudo evitar sentir que unos ojos invisibles la seguían, una presencia que la observaba desde las profundidades del bosque. Elena no sabía que estaba siendo vigilada, no solo por Lucian, sino por fuerzas mucho más oscuras que comenzaban a moverse, alertadas por su llegada y su creciente interés en los misterios de Vailia. Elena se sumergió en los polvorientos volúmenes de la biblioteca local, buscando ansiosamente cualquier pista que pudiera arrojar luz sobre el bosque de Vailia. A medida que pasaban las horas, se dio cuenta de que la información disponible era sorprendentemente escasa. La mayoría de los libros mencionaban al bosque solo de pasada, describiéndolo como un lugar sin explorar, envuelto en misterio y superstición. Sin embargo, un pasaje en particular llamó su atención: hablaba de cómo aquellos que intentaban adentrarse en el bosque no volvían para contarlo. Elena se quedó sorprendida, reflexionando sobre lo que había leído. ¿Cómo había logrado ella sobrevivir a su incursión? Y, más importante aún, ¿quién era el rostro que medio recordaba, la figura que había aparecido en el bosque justo antes de que perdiera el conocimiento? Mientras estas preguntas giraban en su mente, la bibliotecaria, una anciana amable con gafas redondas y una expresión curiosa, se acercó. —Veo que estás interesada en el bosque de Vailia —dijo, con una voz suave pero firme. Elena asintió, levantando la vista de los libros—. Sí, entré allí ayer y... bueno, vi algo que no puedo explicar. Luego perdí el conocimiento y desperté en mi hotel. ¿Sabes algo más sobre los misterios del bosque? La bibliotecaria la miró con una mezcla de preocupación y conocimiento profundo—. Hay muchas historias, querida, pero pocas son las verdades conocidas. Los ancianos del pueblo hablan de criaturas antiguas y poderosas que protegen el bosque. Dicen que aquellos que entran sin permiso atraen su ira. Elena se inclinó hacia adelante, sus ojos brillando con curiosidad—. ¿Y qué hay de los hombres lobo? ¿Has oído algo sobre ellos? La bibliotecaria vaciló por un momento antes de responder—. Algunos creen que los hombres lobo son guardianes del bosque, criaturas que pueden cambiar de forma para proteger su territorio. Pero estas son solo leyendas, historias para asustar a los niños... o eso dicen. Elena asimiló la información, sintiendo que había algo de verdad oculta en las palabras de la bibliotecaria. Agradeció la ayuda y salió de la biblioteca, decidida a encontrar respuestas. Mientras caminaba por las calles tranquilas de Vailia, su mente volvía una y otra vez al rostro que recordaba vagamente. Un rostro enigmático, pero con una mirada que parecía haberla protegido. Necesitaba saber más sobre él, necesitaba encontrar a Lucian. De vuelta en su hotel, Elena decidió que la mejor manera de obtener más información sería ganarse la confianza de los lugareños. Sabía que debía ser cautelosa, pero su curiosidad y su deseo de descubrir la verdad eran demasiado fuertes para ignorarlos. Esa noche, se sentó en la cama de su habitación, revisando mentalmente los eventos del día y planificando su siguiente paso. Decidida, sabía que debía volver al bosque, esta vez con más preparación y quizás con una guía que conociera mejor los secretos que escondía. Sin embargo, lo que Elena no sabía era que mientras ella planificaba su regreso, fuerzas mucho más oscuras estaban en movimiento, alertadas por su presencia y su creciente interés en los misterios de Vailia. Y en las sombras, Lucian también se preparaba, consciente de que el destino de Elena y el suyo propio estaban entrelazados de maneras que ninguno de los dos podía prever.Los hechiceros oscuros se movían inquietos, susurrando entre ellos, tratando de encontrar alguna explicación para lo que había ocurrido. La atmósfera en la caverna era tensa, cargada con la energía residual de los eventos recientes. Marcus, ahora completamente humano, se tambaleaba en el centro de la cámara, confundido y desorientado.—¿Qué es lo que ha pasado? —preguntó uno de los hechiceros, su voz llena de frustración.—Primero, un rayo de luz... —murmuró otro, repasando los hechos en su mente—. Y luego, el dragón desaparece. Y ahora... hemos perdido nuestra magia.Marcus levantó la cabeza, mirando a los hechiceros oscuros con una mezcla de furia y desconcierto. Él también sentía la ausencia de poder, la desconexión con la oscuridad que una vez lo había consumido. Estaba débil, vulnerable, y lo peor de todo, no tenía respuestas.—Esto no tiene sentido —espetó Marcus, su voz quebrada por la desesperación—. ¿Cómo puede un simple rayo de luz deshacer todo? ¿Dónde está el dragón oscuro
—No podemos rendirnos ahora —dijo finalmente Lucian, aunque su voz no tenía la fuerza de antes—. Aunque la oscuridad haya ganado esta batalla, debemos seguir adelante.Eldric asintió.Un resplandor cegador atravesó el cielo, iluminando todo el horizonte como si el mismo sol hubiera descendido a la Tierra. Los lobos de todas las manadas, desde los más jóvenes hasta los ancianos, se vieron obligados a cerrar los ojos, incapaces de soportar la intensidad de la luz. A medida que el destello disminuía, una densa nube oscura comenzó a cubrir el cielo, extendiéndose con rapidez hasta oscurecer el mundo en un ominoso velo.El silencio reinaba mientras la nube oscura se asentaba sobre ellos, sumiendo a todos en una inquietante penumbra. Finalmente, cuando la luz dejó de quemar sus párpados cerrados, los lobos abrieron los ojos. Sin embargo, lo que encontraron no fue lo que esperaban.Lucian miró a su alrededor, sintiendo el suelo frío bajo sus pies en lugar de bajo sus patas. Instintivamente,
Los hechiceros oscuros, al percibir el cambio en la energía que los rodeaba, se miraron entre sí con inquietud. Sentían que algo en su plan había sido alterado, como si una fuerza desconocida hubiera interferido en el proceso que habían orquestado. Decididos a descubrir la causa, comenzaron a conjurar un poderoso hechizo conjunto, uno diseñado para aprisionar a Marcus y obligarlo a revelar lo que había sucedido dentro de él.En una cámara oculta, oculta por la oscuridad más profunda, Marcus fue envuelto en sombras. Su cuerpo, aún recuperándose de la lucha interna, se sintió atrapado por cadenas invisibles que lo sujetaron con fuerza, inmovilizando su cuerpo y mente. Los hechiceros lo rodearon, sus ojos brillando con una malevolencia intensa mientras comenzaban a susurrar en lenguas antiguas, intentando acceder a los secretos que Marcus ahora albergaba.Mientras tanto, lejos de allí, Lucian y su manada desconocían la batalla que se libraba en las profundidades del mundo oscuro. Sin emb
Marcus avanzaba con confianza, rodeado por la oscura energía que emanaba del dragón y los hechiceros oscuros. Sentía la oscuridad como una armadura impenetrable, una fuente de poder que lo hacía invencible. Sin embargo, en medio de esa negrura sofocante, un rayo de luz inesperado irrumpió desde lo alto del cielo, golpeando a Marcus directamente.El impacto lo detuvo en seco. El rayo de luz no era simplemente un destello cualquiera; era una energía pura, brillante, que se sentía cálida y reconfortante, pero al mismo tiempo intensa y abrumadora. Marcus sintió un dolor agudo en su pecho, como si algo en su interior se quebrara bajo la presión de esa luz.Los hechiceros oscuros retrocedieron, alarmados, mientras el dragón oscuro lanzaba un rugido de furia, intentando deshacerse de la molesta luz que parecía debilitar su control sobre Marcus. Pero el rayo persistió, perforando la oscuridad, envolviendo a Marcus en un resplandor que comenzaba a contrarrestar la maldad que lo había consumido
Mientras Lucian continuaba explorando las ruinas del santuario, algo le llamó la atención en una de las paredes casi derrumbadas. Las inscripciones, casi borradas por el tiempo, parecían resistir la erosión con un brillo tenue. Se acercó, intentando descifrar las palabras antiguas. Era una lengua olvidada, pero algo en él parecía reconocerla.—Elanil, ven aquí —llamó Lucian, sus ojos fijos en las inscripciones—. Creo que he encontrado algo.Elanil se acercó, y juntos intentaron leer las palabras grabadas en la piedra. Tras unos momentos de silencio, Lucian comenzó a murmurar en voz baja, casi como si las palabras fluyeran por su mente de manera instintiva:—Lux evanescit, tenebrae praevalet, sed tenebrae sine lumine esse non possunt... Custodes semper pugnant, donec custos tenebrarum suum portatorem devoret.A medida que pronunciaba las palabras, una sensación de inquietud se apoderó de ellos. La luz que había iluminado tenuemente el santuario comenzó a desvanecerse, sumiendo el lugar
El dragón dorado, con sus energías restauradas y una nueva fusión de luz y oscuridad en su interior, aprovechó el momento de debilidad del dragón oscuro. Con un potente batir de sus alas, se elevó en el aire, su resplandor ahora más atenuado pero cargado de una energía intensa y concentrada.—¡Suban! —gritó Lucian a su manada, corriendo hacia el dragón dorado. Los lobos, sin dudarlo, comenzaron a trepar sobre el cuerpo del dragón, mientras Eldric y Elena ayudaban a los más jóvenes.El dragón oscuro, debilitado por el reciente ataque, luchaba por recuperarse. Sus ojos llenos de ira y odio seguían al dragón dorado, pero sus movimientos eran lentos, y la oscuridad que lo rodeaba parecía menguar momentáneamente.—¡Vamos, rápido! —instó Elena, manteniendo el bastón en alto para proteger a la manada mientras subían al lomo del dragón dorado.Lucian fue el último en subir, ayudado por Eldric. Una vez que todos estuvieron seguros, el dragón dorado rugió y se lanzó hacia el cielo, alejándose d
Último capítulo