Salvia
Tres días. Tres días de silencio interrumpidos únicamente por el suave roce de las bandejas de comida que dejaban fuera de mi puerta, tres días sin nada más que mis propios pensamientos, que se oscurecían con cada hora que pasaba.
Los guardias murmuraban fuera de mi habitación, cambiando turnos a intervalos regulares. A veces escuchaba a los lobos pasar por el pasillo, sus susurros transportaban fragmentos que cortaban como cuchillos:
"—definitivamente veneno—"
"—justo como dijeron—"
"—no se puede confiar—"
Ni siquiera Violeta, con su actitud perpetuamente positiva, llegó a visitarme. Pero fue la ausencia de Carlos la que me destrozó. Después de todo, de sus promesas de protegerme, y de enfrentar las cosas juntos, simplemente... desapareció. Sin palabra alguna, sin explicación.
Mi colgante se sentía pesado contra mi garganta mientras recorría los confines de mi habitación por centésima vez. ¿Y si tenían razón? ¿Y si en algún lugar de mis recuerdos perdidos, se escondía el mon